El escritor y su gato compartiendo soledades

El escritor y su gato compartiendo soledades
Los infiernos del escritor

viernes, 25 de febrero de 2022

Alias Vespucio.. cuento.. y Balada de las Ratas de y por Silvio Rodriguez

 


 

Vespucio solía afirmar, apelando al campo de la metáfora, que el rostro humano es tal vez la vicisitud geográfica más sugestiva y reveladora que ofrece la naturaleza, uno de los pocos accidentes nobles y no violentos que posee el planeta, aun con sus erosiones, sus frunces y repliegues, sediciones que desfilan a medida que el tiempo sucede. De todas maneras sus seguridades al respecto habían menguado con el paso de los años, acaso el espejo le estaba dando señales contradictorias, la violencia de lo que veía, la irascible degradación, reunía la misma amargura que le producía un cataclismo natural.

A poco de cumplir sesenta y siete no le costaba mucho sentirse un exiliado en vida, el sistema así lo indicaba, apenas un recurso a decantar. Llevaba en las estrías de su rostro, en su papada y en sus ojeras la derrota de los setenta.

Vespucio había sido un cuadro de propaganda y difusión de las FAR. A pesar de su corta edad participó como observador y cronista de la toma de Garín, golpe maestro que luego relataría espléndidamente a modo de folletín. Había arribado a la localidad una hora antes mimetizándose entre la población pero sabiendo desde qué lugar era conveniente apostarse para tener una visión exacta del operativo.





En 1973 con la fusión de las FAR y Montoneros, queda dentro de la organización cumpliendo la misma función, comenzando a destacar como editor, diseñador gráfico, responsable de la imprenta, linotipista y además ensayista. Siempre fue, aún lo es, un sesudo y esquemático autodidacta, poseedor de una cultura general muy superior a la media. Sus amplios saberes no fueron obtenidos en ninguna casa de estudios, cuestión que por supuesto se lamenta, sino debido a su constante avidez y tesón por la lectura, hábito que mantiene como una necesidad básica. Cuando la organización ingresó nuevamente a la clandestinidad, luego del impase provocado por el advenimiento de la democracia con el triunfo de Cámpora, más la nueva esperanza que significaba el arribo del General, Vespucio continuó desarrollando sus funciones habituales dentro de ella, incluso adicionó una estrategia de distribución de los folletines y revistas militantes dentro de ámbitos secundarios, terciarios y universitarios que condujo a que muchos jóvenes se concientizaran sobre la coyuntura, las pulsiones, contradicciones y dilemas, de puño y letra de sus pares.

La imprenta quedaba en la zona de Parque Patricios, más precisamente en Rondeau y Deán Funes, mimetizada públicamente bajo el amparo de su propio rol. Es decir, era una imprenta funcionando como tal con el agregado de una vivienda taller el cual era utilizado para producir el material de circulación. De hecho varias veces Vespucio ofició comercial y profesionalmente trabajando de manera directa con algunos agentes de la comisaría que estaba ubicada a dos cuadras, por Avenida Caseros, en épocas de comunión, cuando algún bautismo o confeccionando partes de enlace, imprimiendo tarjetas en bruto que adquiría en Papetti por catálogo, famosa empresa de papelería fina que estaba a pocos metros de la imprenta. Las actividades clandestinas que se desarrollaban en el local estaban encubiertas por las labores corrientes de manera que nunca ese estratégico bunker fue motivo de sospechas.

No reportaba bajo las órdenes de ningún comandante ya que no era cuadro militar, pero recibía semanalmente material a publicar y los destinos de ese material, él, con el auxilio de sus tres colaboradores, dos de ellas chicas, era el responsable de cumplir con el mandato superior.

Hasta principios de 1974 la cosa venía más o menos encauzada, aunque la tensión recrudecía ante cada evento violento, y más luego de los acontecimientos de Ezeiza y el atentado en el barrio de Flores que le costara la vida, en septiembre de 1973 al dirigente sindical José Ignacio Rucci, hecho que fue muy funcional a la derecha local, a los que ansiaban una restauración conservadora de tenor fascista y a la Embajada norteamericana, y que a la par produjo un quiebre radical entre el pueblo y los movimientos revolucionarios de izquierda, incluso provocó fisuras dentro de ellos. Dos semanas antes Salvador Allende había sido derrocado en Chile. Jamás ninguna organización se adjudicó la masacre de la calle Avellaneda, por eso muchos militantes y cronistas creen que los servicios de inteligencia, bajo las órdenes de un departamento de estado entusiasmado con el éxito tras la cordillera no fueron ajenos al asesinato, era una operación muy conveniente en muchos frentes sobre alguien cercano a Perón y notoriamente enemigo de los paradigmas socialistas.  Luego de la muerte del General la cuestión se puso mucho más densa debido a que los grupos parapoliciales que actuaban dentro de las esferas del Ministerio de Bienestar Social a las órdenes de López Rega propusieron directamente una cacería de “zurdos” a través de la Triple A, organización clandestina con cobertura y logística oficial. Los asesinatos del Padre Carlos Mugica el 11 de mayo de 1974 y del diputado y director de la revista Militancia, Rodolfo Ortega Peña, el 31 de julio de 1974 en pleno centro porteño mediante un operativo de zona liberada convencieron a Vespucio que era hora de exiliarse y regresar a su pueblo, villa de la que había emigrado con apenas 14 años para probar suerte en la gran ciudad. La imprenta había dejado de ser funcional a la organización debido a que estaban inmersos dentro de la lucha armada y no cabía derrochar recursos en la formación de cuadros, de modo que ahora sí como pantalla comenzaron a utilizar el inmueble de Parque Patricios y su iconografía como pañol y lugar seguro, además siempre estaba latente la posibilidad de un operativo parapolicial debido a una delación, información que habitualmente se obtenía bajo torturas. Si bien muchos compañeros no se quebraban y acudían a la pastilla letal como recurso no todos tenían la entereza y la fuerza para hacerlo, aguantando hasta donde podían. Lo cierto es que a la semana siguiente el local fue allanado, destruido casi en su totalidad, el material secuestrado y varios de nuestros militantes marcados que estaban guardados fueron capturados. El viejo rancho de sus padres está ubicado en Rosas, pueblo de algo más de un centenar habitantes perteneciente al Partido de Las Flores, Provincia de Buenos Aires, distante ciento noventa kilómetros de la Capital Federal por la ruta nacional número 3. Nada mejor que un lugar social y políticamente ignorado para mimetizarse y pasar desapercibido, además era muy seguro para sus intereses debido a que la mayoría del vecindario lo recordaba, sus padres habían dejado muy buena huella en la aldea. De hecho Vespucio partió con destino a la ciudad luego del fallecimiento de su madre, en tanto su padre, un cotizado jinete de la zona, había muerto dos años antes al caer bajo un reservado en el marco de una fiesta gaucha en Ayacucho.   

A fines de 1974 ya estaba reinstalado en su casa de Rosas intentando ajustarla de acuerdo a sus módicas necesidades. Muchos años cerrada traen aparejados perjuicios no siempre contabilizados. Por suerte el vecindario siempre tuvo la vista atenta de manera evitar intrusiones y deslealtades sabiendo que la propiedad estaba desocupada pero con propietarios en vida. Por eso el arribo de Vespucio a la aldea trajo cierto alivio y alegría a la vez, por supuesto que allí no lo conocen por el alias que utilizaba en tiempos de la organización, su nombre real es Américo Lucero Rey, nosotros lo bautizamos con el nombre de guerra Vespucio.

Ya es tiempo, tenemos un par de horas hasta Rosas, compañeros, este infame debe dar cuenta por su traición y por la vida de aquellos cuadros combatientes de la imprenta que delató y que nunca aparecieron, ruindad que utilizó para salvar el culo ante sus conocidos de la comisaría. Como les comenté al principio del relato Vespucio siempre sostuvo que el rostro humano es la vicisitud geográfica más sugestiva y reveladora que ofrece la naturaleza, uno de los pocos accidentes nobles y no violentos que posee el planeta, aun con sus erosiones, sus frunces y repliegues, sediciones que desfilan a medida que el tiempo sucede. Pues vayamos en busca de ese rostro, y corroboremos sus estrías segundos antes de gatillar.




G.M.S

sábado, 19 de febrero de 2022

Maestros del Blues…. Mercy Dee Walton por Javier Paco Miró

 

Mercy Dee Walton fue un pianista y cantante de blues, nacido en WacoTexas, el 30 de agosto de 1915, y fallecido en StocktonCalifornia, el 2 de diciembre de 1962.








A finales de la década de 1930, Mercy Dee se mudó a California, donde trabajó en granjas de todo el Valle Central mientras actuaba en bares y clubes locales para los trabajadores agrícolas negros de la región. En 1949 grabó para el sello Spire con sede en Fresno y tuvo un éxito inmediato con "Lonesome Cabin Blues", que alcanzó el número 7 en las listas de R&B.

 




En 1938 se trasladó a Oakland y se convirtió en un músico habitual de los clubs de la bahía de San Francisco. Grabó para multitud de sellos discográficos locales, además de Imperial Records y Arhoolie

Básicamente es conocido por ser el autor de uno de los blues más exitosos de la historia,” One room country shack”, que fue un gran éxito en su propia voz y en la de cientos de músicos de blues y grupos de rock, como Blood, Sweat & Tears.





Tuvo también algún otro éxito, con temas muy cercanos ya al rock and roll (Come Back Maybelline, por ejemplo), pero acabó cayendo en el más absoluto olvido. Walton sufrió una hemorragia cerebral y murió en el hospital de Murphys, California, el 2 de diciembre de 1962.




Era un excelente pianista en el estilo barrelhouse  un estilo pesado y primitivo relacionado con el blues y el boogie woogie, que destacaba los aspectos percusivos de los instrumentos, además fue un cantante fuerte y terriblemente expresivo. Su principal reclamo a la fama radica en sus letras que se basan en gran medida en sus propias experiencias y las de su público principal, y están llenas de ideas ingeniosas y sorprendentes, a lo que añadía un evidente sentido del humor.

 






Por Javier Paco Miró


jueves, 10 de febrero de 2022

La Pena del Fercho Salerno... Relato.. y blues a puro saxo, por el maestro Will Ray

 

 

 


 



Si el verdadero artista siempre crea en estado de beligerancia, resistencia o infinita pena, ergo, jamás lo hace desde el sosiego, el confort y la prosperidad, qué le sucede entonces cuando la dicha lo desborda. El dieciochesco y genial físico alemán Georg Christoph Lichtenberg, en su rol de escritor, sentenció en varios de sus aforismos sobre la necesidad de que exista un libro de primeros auxilios para escritores, de modo sanar estas heridas existenciales.

A su entender la idea cardinal era que un libro, cuando menos, sea entendido por aquel que lo diseña, lo reseña, lo imprime, lo vende, y si es posible también por aquel que lo escribe, pero para ello es necesario buscar la verdad con denuedo y esfuerzo de manera que luego de hallada no merezca ser abandonada en peor estado dentro de un texto acentuado por una redacción indigente.

Crear es saldar cuentas afirmó el genio nacido en Ober-Ramstadt, leer es tomar prestado. El verdadero artista, para poder serlo, debe lidiar contra su dicha apenas ésta lo invade con sus embelecos. Acaso por eso el único defecto que observaba en los escritores realmente buenos es que casi siempre ocasionan que haya muchos malos o regulares, no cualquiera es capaz de prestarle resistencia a su propia dicha. Si bien certificaba que con poco ingenio se puede escribir de tal forma que otro necesite mucho para entenderlo, no es menos cierto que no ser entendido debe resultar el máximo castigo que puede sufrir un artista.

Así de seriamente, y bajo los cánones de Lichtenberg, tomaba el Fercho Salerno su vocación literaria, a tal punto que ninguna alegría le era admisible porque de hacerlo estaría conspirando contra su propia desdicha creativa.

Su beatitud dependía de la pesadumbre, de las angustias, de sus congojas, de su fatiga, por eso escogía para enamorarse doncellas inaccesibles o prohibidas, en tanto sus amistades, optaba por compañías de dudosa integridad moral, para sus momentos de esparcimiento bares oscuros y ciertamente lúgubres, para sus caminatas barrios de baja calaña completos en calles sin salida, a la hora de la música acordes melancólicos, cuando lecturas las escogía sombrías y cetrinas, mientras que las noches con niebla le resultaban ideales a sus fines existenciales. Desde luego que yo, con mi vulgaridad, no ingresaba dentro de esos cánones existenciales del Fercho Salerno más allá que fui en único nexo que tuvo con la vieja barra de la calle Potosí, en tiempos en los cuales su familia vivía en Almagro, sobre la calle Francisco Acuña de Figueroa casi esquina Díaz Vélez. Cuando terminó el segundo año de la secundaria se mudaron a Caballito, y fui el único que mantuvo el interés en tenerlo como amigo, además cuando salía del colegio Calasanz pasaba por la vereda de su casa para tomarme el 155, de manera que una o dos veces por semana le tocaba timbre para saludarlo. Fue allí cuando empecé a notar su corazón de poeta. El Fercho comenzó abandonando las banalidades que suelen decorar a la adolescencia identificándose con la complejidad existencial, sus desafíos y sus propuestas, la finitud como verbo, sujeto y predicado de sus días, intentar derrotar esos ancestrales éxitos por los cuales se ufanaba, perforar sus inquisidoras vanidades. Poco a poco lo vi alejarse a pesar de nuestra fraternal cercanía, hasta que un día, desde esa puerta de la calle Directorio al cien, nadie salió a atender luego de que insistentemente tocara varias veces el timbre. Reiteré la operatoria durante el tiempo que duró ese ciclo lectivo obteniendo idéntico resultado, luego mis rutas cambiaron y nunca más porfié en la empresa.

Pasados los años, por obvias razones de afinidad, seguí su carrera como prestigioso escritor. Me resultaba afectivamente imposible hacerlo a un lado de mis intereses sensibles, de mis recuerdos más emotivos. Por eso no me extrañó que las noticias aseguraran que Fernando María Salerno, el Fercho, para la barra de Almagro, se haya quitado la vida apenas recibió la nominación para el Premio Nobel de Literatura. Su reacción ante semejante logro, ante tamaña dicha, merecía una refutación beligerante de similar intensidad; "hay ofensas que no tienen retorno", rezaba la breve nota de despedida, escrita de su puño y letra... 

 

 


G.M.S

viernes, 4 de febrero de 2022

Maestros del Blues… Alexis Korner.. por Javier Paco Miró

 

Alexis Korner (19 de abril de 1928 - 1 de enero de 1984), nacido como Alexis Andrew Nicholas Koerner, fue un músico y pionero del blues, se han referido a él como "el padre fundador del blues británico". Tuvo una gran influencia en el sonido de la escena musical británica en la década de 1960, Korner fue fundamental para reunir a varios músicos de blues ingleses. 



Por su banda desfilaron, unos como fijos, otros como invitados ocasionales, muchos de los artistas fundamentales para el Rock británico en los años '60; así, en su formación se suceden los nombres como los de Charlie Watts, Keith RichardsGinger BakerJack Bruce,  John McLaughlin, Lee JacksonJohn Paul JonesBrian JonesEric Burdon y muchos otros. 


También se dedicó al periodismo y a la radio, además escribió artículos sobre blues, condujo reportajes y fundó el club del blues en Londres. En la década de 1960, comenzó una carrera en los medios, trabajando inicialmente como entrevistador del mundo del espectáculo y luego en el Five O'Clock Club de ITV, un programa de televisión para niños, también escribió sobre blues para los periódicos musicales, y continuó manteniendo su propia carrera como músico, especialmente en Europa. 



El 17 de octubre de 1967, Korner entrevistó a The Jimi Hendrix Experience para el programa de radio de la BBC Top Gear. Algunas de estas pistas, incluido el audio del propio Korner, aparecen en el doble CD de Hendrix BBC Sessions. En la década de 1970 la carrera principal de Korner fue en la radiodifusión. Más tarde lleva a cabo uno de sus grandes proyectos junto al pianista John Cameron y al productor Mickie Most, la Collective Consciousness Society (C.C.S.), banda que desaparece en 1973, aunque Korner sigue su carrera como solista, aunque siempre acompañado tanto en directo como en discos por muchos de sus amigos que triunfan en grupos como YardbirdsManfred MannRolling StonesCream o The Animals.


En 1973 presentó un documental único de 6 partes en BBC Radio 1, The Rolling Stones Story y en 1977 estableció un programa de blues y soul los domingos por la noche en Radio 1, el Alexis Korner's Blues and Soul Show, que se emitió hasta 1981. También usó su voz grave con gran efecto como artista de voz en off publicitario. 



En 1981, Korner se unió a otro "supergrupo", Rocket 88, un proyecto liderado por Ian Stewart basado en teclistas boogie-woogie, que presentaba una sección rítmica compuesta por Jack Bruce y Charlie Watts, entre otros, así como una sección de trompas. Hicieron una gira por Europa y lanzaron un álbum en Atlantic Records. Tocó en Italia con Paul Jones y la Blues Society del bluesman italiano Guido Toffoletti. Korner murió de cáncer de pulmón en Londres el 1 de enero de 1984, a la edad de 55 años.







Por Javier Paco Miró