Maestros del Blues.. Lo más reciente de Indiara Sfair en redes... y ojalá que te enamores y que tengas mucha sed
Ojalá que te enamores
“Ojalá
que te enamores”
afirma
una ancestral maldición
cuya
autoría dicen
-
aclaro que no me consta -
que
pertenece a los turcos.
Muy
pocos son los que se atreven
a
exhibir marcados desacuerdos
con
la teoría,
sin
embargo y vaya
por
despotismo divino
el
ser humano continúa eternizado
en
su capricho.
Las
más bellas estrofas se han escrito
en
plena instancia de congoja,
las
melodías más sentidas
observan
al desamor
como
el siniestro disparador
de
los más abyectos deseos,
el
abandono y el olvido resultan
dos
castigos dignos de Hades
mientras
que sostener una mirada
puede
constituirse
como
la medicina indispensable
para
sanar al unísono
todos
aquellos males mencionados.
Ojalá
que te enamores
dice
la ancestral maldición,
bella
maldición, bendita maldición.
¡
A padecer entonces,
que
las tormentas y los ventarrones
caigan
sobre nosotros
de
manera tempestuosa
y
que la lluvia nos hinque
de
modo despiadado
sus
gélidas astillas!.
Que
nos duela la ausencia del dolor,
que
nos duela la ausencia del amor.
Dolor,
amor, rima forzada,
imperfecta
y cenagosa, acaso necesaria.
Qué
hermoso es vivir
entre
maldición y maldición,
sostener
un estado de víspera
como
curso y transcurso,
acostumbrarse
a la metáfora,
a
la sana rutina,
nacer
y morir de a ratos,
y
que todo suceda,
sin
proscripciones ni advertencias,
asumiendo
que pasar por este mundo
sin
haber sido besado
por
aquella maldición
no
merece la pena.
Uno
descubre que ciertas inseguridades
consiguen
disfrutarse,
a
la par que comenzamos a fantasear
con
un cuerpo ajeno, deseamos
que
ese mismo cuerpo
nos
alcance a condenar,
nunca
es conveniente idealizar
el
mañana masacrando el presente,
sino
todo lo contrario,
de
alguna manera conjeturar el devenir
es
tarea de insolentes.
Si
pretendemos avales para amar
seremos
un fraude,
domesticar
las pasiones
es
conspirar contra nosotros mismos,
acaso
el peor de los amparos.
En
oportunidades observo
que
mis principios
no
son más que magros finales,
así
y todo no es dable destruirse,
lo
que falta no falta, es víspera,
es
sólo una cuestión de paciente
espera
que merece recrearse.
Pienso,
suspendo lo que pienso
para
continuar pensando,
somos
creación si creamos,
si
no, somos simple negación.
Besa
sin miedo, acaricia sin prisa,
ama
sin dudar, en definitiva
la
vida es un mesurado
promedio
de sinsabores.
En
ocasiones
somos
textos deshilachados,
amarillentos,
a la espera que alguien
un
poco olvidado de la cosa
nos
tome del escaparate
y
comience la lectura;
apenas
estamos un rato deambulando por la eternidad,
creyendo
vivir una hazaña, un sueño quizás.
La Sed
La
sed los convocó
ante
la potestad de los espejismos
y
su deriva.
Oasis
alucinantes diseñados
a
costa de ciertas soledades
que
suelen acompañar
a
los seres humanos de modo siniestro.
Sus
dos desiertos
eran
lo suficientemente extensos
como
para no dejarse
llevar
por el ensueño.
La
felicidad, como es usual,
se
disfraza de embustera y logra
que
por un breve lapso de tiempo
la
sed no logre injuriar aquello
que
por cierto estaba vulnerando.
Cuentan
los cronistas
que
luego de saciar sus necesidades
en
el espejismo
ambos
desconocidos
continuaron
su camino
optando
por cardinales opuestos,
pero
más sedientos aún,
debido
a que vaya paradoja,
esas
aguas que bebieron
se
hallaban altamente contaminadas
por
la ustible pócima del amor…
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