Tapa: Blue Nude –
Pablo Picasso - 1902
50 poemas y ninguna
flor...
Disfraz y extravío
Placebos
El amor es el único delito
Mi mirada, su ceguera
A pedido de tus olvidos
En ocasiones imploro
Por goteo
Creencias
Cuento con su ayuda
Despreocupaciones
Disculpe la osadía
No me extrañe
Preámbulo
No impidas que me entristezca
Sinónimos
Te esperé
Desnúdate
Romance sin alcohol
Último café
Exilio
Si hablamos de poesía
Ingenuidades
Cansancio
El día que no esté..
Buen amor
Yo amo a las personas
Subjetividad médico-poética
La mirada
Asimetrías
Solo tolera el ansia de no tolerar
Ojalá que te enamores
La sed
Confín
Soy extremaunción
Felicidad y abandono
Soneto a Guisasola
Soneto del Bajo Flores
Soneto a Juan Bautista Maciel
Soneto del mal presagio
Soneto de usted, harta de lo suyo...
Soneto de la lágrima
Soneto de la memoria
Soneto de la luz y el poeta
Soneto de la muerte
Soneto de la pobreza
Soneto de los últimos versos
Soneto del fraude
Soneto del tercer milenio
Soneto a los bluesman
Soneto del crepúsculo
Disfraz y Extravío
Amarla es
tarea sencilla,
humillado, le confieso lamentar
que los adversarios
coinciden conmigo,
el odio lo explica.
humillado, le confieso lamentar
que los adversarios
coinciden conmigo,
el odio lo explica.
Alcanza con
gozar de sus ausencias
porque de algún modo
esas nostalgias ensayan
lo pendiente, lo borroso, lo ardoroso,
aquello que buenamente sucedió.
porque de algún modo
esas nostalgias ensayan
lo pendiente, lo borroso, lo ardoroso,
aquello que buenamente sucedió.
Amarla no
precisa de paisajes,
todo entorno resulta magro y deslucido,
y sólo cuenta como telón de fondo
de la inmensa obra por Dios creada,
boceto pensado en su momento
de mayor inspiración,
síntesis consumada,
grácil melodía, sutil y benigna alucinación...
todo entorno resulta magro y deslucido,
y sólo cuenta como telón de fondo
de la inmensa obra por Dios creada,
boceto pensado en su momento
de mayor inspiración,
síntesis consumada,
grácil melodía, sutil y benigna alucinación...
Amarla no
reclama de siniestras remembranzas
menos aún necesita la existencia
de artistas o de poetas,
tampoco de risas y lágrimas,
acaso de confinadas apariencias...
menos aún necesita la existencia
de artistas o de poetas,
tampoco de risas y lágrimas,
acaso de confinadas apariencias...
Porque
amarla sólo es haberla intuido
sospechar de su exisistencia
presumir que en ocasiones
los deseos nos besan...
sospechar de su exisistencia
presumir que en ocasiones
los deseos nos besan...
Y aunque le
parezca extraño
quiero decirle que me sirve y me alcanza expirar,
como célula pueblo,
recluido en sus insomnios y desvelos.
quiero decirle que me sirve y me alcanza expirar,
como célula pueblo,
recluido en sus insomnios y desvelos.
Si le suena
conformista
me concedo prevenirla:
Es la única instancia tangible
para persistir, más o menos, con vida,
intruso en su boca, ajeno en sus ojos
en sus brillos y cautelas.
me concedo prevenirla:
Es la única instancia tangible
para persistir, más o menos, con vida,
intruso en su boca, ajeno en sus ojos
en sus brillos y cautelas.
Le digo sin
vergüenza alguna
que acepto con agrado
el modelo de evocación que usted escoja,
aunque el listado incluya mis peores incisos,
mis deslucidos encantos
y mis siniestros devaneos.
que acepto con agrado
el modelo de evocación que usted escoja,
aunque el listado incluya mis peores incisos,
mis deslucidos encantos
y mis siniestros devaneos.
Reconozco
me gustaría anteponer
que mis besos, flores, cenas y caricias
acompañen su camino,
pero ante la presente circunstancia
bajo ningún concepto sostengo la aspiración
que acepte tamaña iniquidad.
que mis besos, flores, cenas y caricias
acompañen su camino,
pero ante la presente circunstancia
bajo ningún concepto sostengo la aspiración
que acepte tamaña iniquidad.
Repudiaría
como alegato la mención,
jamás osaría corromper su voluntaria amnesia
y sin mediar pretexto alguno
rendirme hasta el fin de los tiempos
velado de extravío, ataviado por su olvido.
jamás osaría corromper su voluntaria amnesia
y sin mediar pretexto alguno
rendirme hasta el fin de los tiempos
velado de extravío, ataviado por su olvido.
Placebos
Si estoy destinado
a formar parte de su olvido
le solicito buenamente
algunos tiernos placebos.
Por ejemplo…
que sus ojos bajen persianas
a intervalos extensos
pero constantes
y que atentos a los míos
no le cedan un instante al desvío.
Otro de ellos
sería desafiar al simulacro
y de ese modo
me tome como el amante de sus
noches,
ese mismo que no soy,
o soy,
pero solo en mi capricho
y su silencio.
Poco importa
que el café se haya entibiado
si esta idílica falacia
envuelve mi cielo.
No le niego a su voluntad mi dolor,
tampoco le pido que me ampare,
solo que sepa que estoy.
Me gustaría sobrevivir
entre sus sábanas,
morir y nacer,
y pedirle prestado a la muerte
cierto instante de lujuria,
y soñar con lo que nunca fue,
sin alquimistas mediante,
nada original
ni extramundano,
solo abrazarla,
contenerla y ceder…
El amor es el único delito...
El
amor es el único delito
que merece reincidencia,
y digo delito y reafirmo pecado.
Su purgatorio, el corazón,
no conoce de sentencias,
no intuye de aguijones,
de condenas transitorias,
ni de comas ni de amnesias.
Ustible delito del pasajero abreviado
es sortilegio cercano,
olvido del distante,
alegato lascivo
y muerte en un instante.
Relapso, obstinado,
apóstata quimérico ausente del después
y presente en su perjurio
de ególatra indolente con fueros de preludio;
espectro, Dios y padre,
mercedario de lo turbio.
Aún así, desnudo, marchito y obsecuente
insto formalmente a reincidir,
el más bello de los delitos concebidos,
cruel dogma con el cual he sido herido
me arroja sin rubor hacia su pecho
con el arma y el más cruel de los deseos
como adicto que imagina delinquir.
que merece reincidencia,
y digo delito y reafirmo pecado.
Su purgatorio, el corazón,
no conoce de sentencias,
no intuye de aguijones,
de condenas transitorias,
ni de comas ni de amnesias.
Ustible delito del pasajero abreviado
es sortilegio cercano,
olvido del distante,
alegato lascivo
y muerte en un instante.
Relapso, obstinado,
apóstata quimérico ausente del después
y presente en su perjurio
de ególatra indolente con fueros de preludio;
espectro, Dios y padre,
mercedario de lo turbio.
Aún así, desnudo, marchito y obsecuente
insto formalmente a reincidir,
el más bello de los delitos concebidos,
cruel dogma con el cual he sido herido
me arroja sin rubor hacia su pecho
con el arma y el más cruel de los deseos
como adicto que imagina delinquir.
Su mirada, mi ceguera
No debo negar a mis escorias,
deseo ser portador del olvido,
no preciso coartar de lo vivido
aquello que no cuentan mis memorias.
En mi holgado catálogo de historias
sus labios ocultan síndicos latidos,
y a pesar de mis signos prometidos
recurro al mandato de mis fobias.
Las derrotas formulan precavidos
enlaces y esperanzas de victoria,
candidez de salmos advertidos
rimas, que por ciertas se hacen
obvias.
No distingo prudente su avaricia
es dable sentirme por vencido,
por meandros y cauces de codicia
la sangre se vierte sin sentido.
No percibo prudente al ensayar
abrevar desaciertos y rencores,
falsificar ausencias y pasiones
espiando su nirvana al caminar.
No descubro prudente la mesura
moderando masacres imprecisas
ni venero sus frases de ternura
cuando el sol disimula sus caricias.
A pedido de tus
olvidos
A pedido de tus olvidos
he decidido redactar
esta inútil seguidilla de versos,
ausentes de artística y talento,
excomulgados...
tan distantes como heridos
impropios de fieles amantes
concebidos tras el prisma
del reflejo de una pena.
A pedido de tus olvidos
he decidido obviar
algunos momentos vividos,
esos que supimos tallar
por entre los durmientes
de una vía que ya ni recuerda
el paso del último tren
y que no tiene espacio en su memoria
para nuestro último beso.
A pedido de tus olvidos
no voy a suplicar
por regresos incompletos,
esos que se muestran aparentes
nada convencidos,
desprovistos de necedades,
desapasionados, fríos, cercanos al
desamor
con la firme desautorización de tu
mirada.
Por eso y a pedido de tus olvidos
elevo plegarias a tu no regreso
para no darte la mínima pretensión
de que el odio se instale entre
nosotros,
y quede con algún guiño mediante
algo digno de poder ser olvidado...
En ocasiones imploro
A veces imploro por lunas candiles
eruditas en halos de claridad.
No siento maltrato
por el supuesto vacío del espectro,
percibo y sospecho que a la larga
el cinismo espera y vence.
Ante todo nada es posible,
reniega de mí voluntad, conspira,
conserva algo de orgullo
apuesta por su pericia.
Me invaden ayudas extrañas
esas que uno no pide,
auxilios que exhortan
con vencimiento mediante.
Ayuno necesario
por exceso de descanso,
almuerzo, merienda, cena:
fusión improcedente.
El Tango Blues de Astor
preserva todo en su lugar
haciendo promedio
entre placeres y malestares.
Es una mañana singular
tanto como otras,
completa de abismos
ausente de besos y roncerías.
No la llevo tan mal con mis espejos
si bien delatan quebrantos
conservo de ellos laberintos
que sin mi se rasgarían...
Es vago y cruel considerarlos
aliados
son simples acrílicos,
incunables agendas,
archivos inmortales, inmorales.
Debo admitir que aún conservo
algunos de mis sentidos
conforme a requerimiento.
Suelo abusar del paladar
para amansar en él cepajes
solidarios
acaso densos, acaso tortuosos.
La ojera marcada por el tiempo
sigue prestando atención
sobre aquello que vale la pena leer.
El odio, como sexto sentido,
acompaña aún con limitaciones,
aún cuando magros monólogos
de penumbra
me indiquen que no es lo mío.
Sigo madurando,
si se quiere de manera taxativa,
acaso nada es posible,
ilusorio huir de mí vasallo
imposible conservar algo
por lo cual pueda sentir
cierta migaja de orgullo.
Por goteo
No tenga dudas,
el amor es una trampa
para el incauto y un enemigo
demasiado poderoso
para el precavido.
Trabajé para y en contra de él,es
implacable,
no tiene piedad por el sano
y se ensaña con el enfermo.
Con él nada dura demasiado.
Es absurdo esperanzarse con
eternidades
y cuestiones por el estilo,
a fuerza de sincerarme
le cuento que no me parece
censurable
su estrategia Belcebú, incluso,
con el acumulamiento de fracasos
hasta resultan saludables estrictos
finales.
El amor no engaña por sí,
tal vez hace algo más malevolente,
deja que ocurra.
Me afilio a la idea
que buscamos y deseamos
ser embaucados por él
y sus inerciales espejismos,
subsumisión que impone
una necesaria debilidad,
hasta nos exhibe buenamente
todos sus peligros,
sin embargo
me atrevo a sentenciar
que como enfermedad terminal
va realizando su tarea pausadamente,
por goteo atemporal.
Creencias
Sobre la base de sus creencias,
debo entender que Dios
la puso delante mío para amarla.
Del mismo modo,
debido a su libre albedrío y
sabiduría
debo asumir que Dios me puso delante
suyo
sin que para usted
resulte asequible tal condición.
Vaya los destinos y las suertes
que nos tiene diseñados
el Padre de todos los Padres.
No pienso contradecirlo
e ingresar en herejía
al campo de su fe, Señora mía,
pero creo que en esta oportunidad
Dios ha cometido un desafortunado
y sospecho que innecesario desliz.
Por un lado usted sufre la pérdida
de un entrañable y querido aliado
que la colmaba de sortilegios
e inéditas satisfacciones
emocionales,
sombra al que le resulta imposible
disimular su amor y que por ventura
ha decidió partir
para que no vea en sus desechos
ese permanente estado
de la melancolía y dolor,
incómoda carga emotiva
que usted no merece llevar
ya que su vida posee el encanto
de la belleza afectiva.
Por otro lado y en mi caso
sufro la angustia de obligarme a
olvidarla
porque de alguna manera
necesito licenciar a este amor
y transformarlo en osadía
para proseguir respirando,
aunque le confieso
que pocos deseos tengo de hacerlo.
En cambio y sobre la base
de mis no creencias, Señora mía,
hubiéramos festejado, libres y
desprovistos,
sin balances ni inventarios,
diseñando juntos ese mundo,
paralelo imprescindible,
que le permita al amor mantener con
vida
aquello indomesticable que poseemos.
Dudo que Dios
se hubiera disgustado con nosotros,
es más, mi agnosticismo,
capaz de leer intenciones,
intuye que el Todopoderoso,
ante lo sucedido y en este sentido,
partió en la búsqueda
de un gestor que lo confiese…
Cuento con su ayuda
Cuento con su ayuda,
pero por favor, pido no se inquiete.
Necesito de su parte
cierta cuota de contención,
alguna dosis de silencio
y sus más secretas fidelidades.
La empresa es simple,
no le llevara tiempo
ni esfuerzos inhumanos.
Hasta puede llegar a confundirse
y considerarla un juego
en donde yo, su ficha,
se manifieste conforme
vuestro instinto y albedrío.
Se trata que compartamos
la porción de nuestro tiempo
que sospechemos disponible.
Algo que es motivo de rimas
discusiones y congresos
desde los inicios de la historia.
Algo que no tiene respuesta
y sí, cientos de preguntas
equivocadas e irreverentes.
De todas formas le aclaro,
me llama mucho la atención
que algo tan simple y placentero
sea motivo de juristas,
cláusulas y convenios,
tan caros a los valores
de legistas y tal lejos
del deseo y la pasión.
Sin más, le reitero,
mi propuesta sigue el pie.
La amo,
y eso reviste para quién
suscribe
una impronta irreductible
un tanto dictatorial,
si lo desea desprolija.
Disculpe mi formalismo
y esta marcada ausencia de talento,
seguro de mi próximo infortunio
no le veo caso
dejar en su memoria
rima alguna digna de ser evocada.
Despreocupaciones
Ocúpate por ti
deslíndate de mí
ocúpate por mí
despreocúpate de ti
que así sea, o viceversa
lo mismo da, pero que así sea.
Líbrate de los mercaderes
y de los soberbios ocupantes
de un entorno que nos inunda
con promesas que no nos incumben.
Apresúrate, ven a mi desencuentro,
escapemos de los artesanos del
olvido.
Te invito a vivir un recreo,
extenso y desconocido,
con la sana sabiduría
de los que se adivinan breves y
frágiles,
cercanos al instante no deseado,
aquel que puede llegar a
descubrirnos
vagamente desencantados.
Regálate algo de vértigo,
suicidio y cierto dislate,
en opuesta resistencia
a lo formal e insensible
de todos los días.
Despreocúpate de los abismos
no te rindas, de ti, de mí,
de todo aquello que te sobre
no te inmoles, no me hieras
no te insistas...
Disculpe la osadía
Le cuento que mi autoestima
sobrevive bastante castigada.
He sido humillado
más de lo deseado
por sostener principios desgastados
y valores en desuso.
Los saldos contables
ponderan pérdidas
que el tiempo ha borrado
de mis libros de balance,
sepias agotados, acaso risibles,
signos de ilegible lectura.
Es probable
que tales circunstancias
poco la conmuevan
y que de nada sirvan
para hacer repensar
o por caso modificar
su reciente decisión.
A pesar de aceptarla
con resignación,
le sugiero considere
ausentar de su memoria
los ilusorios instantes
de lucha compartida,
cuando aquello del hombre nuevo
y un mundo que incluyera
una brizna de justicia.
Se ha ido,
y juro que jamás
me atrevería censurarla
más me cuesta imaginarla
sitiada por la moderna vulgaridad,
esa que por fuera
de los logros mortales
sirve solamente para ufanarse
y prosperar tilinguería.
No vaya a creer,
lejos me encuentro
de renegar del presente,
sin duda hoy
es mucho mejor que ayer
pero nobleza obliga la advertencia.
Disculpe la osadía
por el diseño de esta vaga idea,
le deseo lo mejor
y que la suerte le sonría...
No me extrañe
No me extrañe, sigo estando…
tanto la necesito como me necesito.
Mi boca es su boca porque la besa
y mis labios la besan porque es su
boca.
No tenga miedo, llego y parto a cada
instante,
porque mi tiempo es su tiempo y mi
corazón su reloj.
Anule sus brunas fantasías, mi vida
es su vida,
y su vida es la historia y el alma
de quien la enamoro.
Tampoco existe lugar para la
confusión y créame
nada se compara a sus caricias,
ni ese paño verde con nubarrones de
tabaco
en donde tres bolas de marfil
mienten entre bandas,
y menos aún esas charlas infinitas
de café
que más allá de dos Fernet no pasan
de la vereda.
Le ruego entonces un solo rato de su
tiempo,
breve licencia y permiso, sin
impericias,
en pos de esos versos incompletos
con la leve intención de poder
extrañar sus besos.
Preámbulo
Desde el día de la fecha
y estando como testigo las ninfas de
la poesía
pasamos a redactar
el presente Preámbulo de la
Inmortalidad,
exordio que tendrá como suprema
finalidad
el mantenimiento irrestricto de un
conjunto de pautas
que tiendan a normatizar el único
elemento indispensable
para el desarrollo pleno de nuestras
almas.
Queda abolido el olvido de tus ojos.
Toda persona nativa o extranjera
que pretenda besarte deberá tener,
por lo menos,
el coraje de enfrentarme en combate
sin retorno.
Cuando tus labios direccionen rutas
lejanas a los míos
no pediré explicaciones, sólo
renunciaré en silencio.
Nuestra intimidad deberá poseer
la locura de lo inesperado, la
sorpresa
y un sentido universal de
inexistencia,
algo así como morir de a ratos y revivir,
y volver a morir.
Nada quedará sujeto al azar o a la
historia.
Nuestro deber..... Transformar
cada segmento de este tiempo
compartido
en una fiesta inigualable, única e
imprescindible.
No impidas que me
entristezca
No le impidas a mi tristeza
anclar cerca de mis ojos,
te cuento que a veces la necesito.
Será que en ocasiones me permito
establecer ciertas ligerezas, inútiles
desvaríos,
acostumbrados y preservados
dentro de mis íntimas
claudicaciones y miserias.
No completes estos grises espacios
con alegrías informales y
mediáticas,
efímeras epopeyas de vencidos
que han decidido un día cualquiera
rendirse antes de plasmarse la
derrota,
debido a que su lucha quizás
representó
un ridículo y desteñido disfraz.
No te insistas ni me insistas,
ese insensato y desacreditado
optimismo
sólo es posible que encuentre
el rechazo merecido de aquellos
que supimos verlo egoísta e inferior
ante el flagelo de lo que se acerca.
No le impidas a mi tristeza
anclar cerca de mis ojos.
Puedes no compartir y disfrutar
y vestirte con ropas de seda
mientras Vaughan nos comparte,
puedes hasta ignorar lo absurdo
de esta extraña nostalgia,
preservada y permitida,
abstinente y contenida.
La ausencia de mí
no es cosa que deba sorprenderte,
por el contrario,
suponer que ante tales
circunstancias
lo normal es la tragedia
puede que nos ayude a entendernos
y tomar las debidas prevenciones,
para que comprendas que tu silencio
será el cómplice forzoso
de un momento irrepetible.
No le impidas a mi tristeza
anclar cerca de mis ojos,
te cuento que a veces la necesito.
Es verdad y te comprendo,
en ocasiones asumo roles tediosos,
un constante retroceso
hacia la descortesía y el
aburrimiento.
Retorno a Sartre, a Russell, a
Brecht
me descubro y te descubro.
No le impidas al engendro preguntar
y representar tristezas,
es la única manera que conozco
para afrontar con cierta dignidad
los fracasos que la historia
nos dedicara con suma urbanidad.
Podemos olvidarnos y madrugar
como si nada hubiese ocurrido,
y escaparnos y traicionarnos,
dejando de lado nuestro mutuo
compromiso
a manos de magros textos de
autoayuda,
esos que permiten acercarnos
a la ceguera y al regocijo.
Podemos acaso enterrar nuestros
sueños
dentro de sarcófagos mimetizados
para que nunca tengan la opción
de redescubrirnos heridos.
Podemos también
implorar por éticas inexistentes
volviendo y revolviendo un pasado
que le impida a la tristeza ser
estimulada
y al mismo tiempo no le permita
madurar sólida y sin eufemismos.
Puede que la receta más adecuada
sea aquella de engañarse y
extraviar,
dejar traspapelado en rincones que
nunca revisaremos
lo mejor de lo peor de nosotros, y
viceversa,
para que todo aquello que soñamos
juntos
no tenga la mínima pretensión de
sobrevivir,
cuestiones inmortales, reveladas.
Por eso y no por otra cosa
prefiero que no le impidas a mi
tristeza
anclar cerca de mis ojos,
te cuento que a veces la necesito.
Sinónimos
Anhelo ser advertido
sin la extorsión del halago
deseo ser frecuentado
por los modales de la reserva...
Al tiempo que supero la evocación
va labrando agreste la tristeza...
El encierro es vigilia
con fanales hendidos,
boceto venidero
que disfrazó los detalles...
Pese a no desear omitir
cierto es, que el descuido nos
omite...
Tan carente y débil
tan turbia y tosca
tan inmadura y atractiva
transita la vida...
Mi suburbio es continuidad
de mi misma ciudad
excepto cuando el amor
colorea sus contrafuertes.
Te esperé
...y te esperé
como se espera algo inevitable:
el día, la noche, el sueño,
la muerte disfrazada de sí misma.
... y te esperé en sitios
en donde nunca estuvimos,
creados por mi propia inexistencia
y desmedida crueldad.
...bares y sus mesas de madera
lustradas con barnices cuyos tonos
mezclaban las angustias de los
usuarios
con poemas de escasa integridad...
... y te esperé dormitando,
transpirando los años caminados
sufriendo esa triste sensación
de esperar lo inesperado;
y que un día cualquiera
un poco ya olvidado de la cosa
aparezcas en mi ausencia
del otro lado de la mesa
acodada a los barnices
que durante un tiempo
reflejaron tu mirada...
...te esperé en cuerpos ajenos
violando identidades
reconociéndote a oscuras
luchando contra aromas
desconocidos, vulgares,
acostumbrados a olvidar...
...y espero dejar de esperarte
y que me licencias,
para que por lo menos,
con tu aprobación y gentileza
pueda dejar de recorrer
mis miserias y despojos
de forma tal comenzar a reconstruir
alguna otra insolvencia que necesita
vivir...
Desnúdate
Quítate el vestido, suavemente,
con la prudencia que marca la
estética..
Deja que de a poco
tus senos se declaren en eterna
indisciplina..
Haz de cuenta que soy tu hombre,
finge si es medida, hazme miserable,
réprobo, indeseable...
Abusa de tu cuerpo de tu ardor y tu
belleza,
no pienses que estoy, poco importa
mi presencia,
tu talle desnudo es lo que cuenta...
La cama, el vino, yo, da igual
testigos inanimados, a punto, en
punto,
enterrados, escasos, olvidables,
olvidados...
Ignorar un posible amor resulta
una amarga prevención...
Romance sin Alcohol
Un romance sin alcohol,
una cita sin horario
por un tango maltratado
que sabe a partida y dolor.
El amor sabe a privilegio
y cuando el relato aparece
mis besos ya no merecen
el recuerdo de tu voz.
Fui nostalgia y negación
y fui lienzo sin sudor
Fui opulencia entre ricos
y carencia sin rubor.
No puedo partir,
mis muertos no dan licencia
raro signo el de la ausencia
que no da cuenta de vos.
Atesoro mi no ser
por ser una prevención
egoísmo por la nada,
deseos y privación.
Último café
Una ojera de humedad
y a sus linderos
el amorío de las telarañas,
ambas sospechas delatan que la
cripta
se apropió de mis instancias
al momento que el rumor de la puerta
anunciara tu partida.
Nuestra compartida taza de café
con señales carmesí
fue tu texto despedida.
El vaho del espejo insinuó en
cursiva:
llovizna desierta,
prendas ruinosas y olvidables,
incipiente nostalgia.
Pétalos que armonizan
y un sol quilate que nubla
mientras las espinas diamante
oscilan
por entre la cortina americana.
Lágrimas oxidadas, oxidables,
aferradas a recuerdos,
ecuménica condición
que le da respuesta
a la penitencia eterna.
Los colectivos y los bares
hacen su rutina
y en los hoteles de paso
las chicas siguen anhelando
por un retiro que nunca
llegará a sus suburbios.
Te paseas
entre mis treguas y errores
fronteras de un barrio
albergado por sombras
que inhabitan
a sus cuerpos propietarios,
hechuras difusas que utilizaron
tu misma fórmula de escape:
Sin aviso mediante,
con la ausencia del beso mal
oliente,
con la ignorancia
de las mañanas precarias,
sin el compromiso
de mirarse a los ojos
y descubrirse ruin,
saboreando en soledad,
acaso el último café:
amargo, opaco, suicida...
demasiado último
como para no detenerse
en la lectura de su borra.
Exilios
Pido perdón, tierra mía,
ausentarse no es cobardía.
Tus ocasos se tiñeron
con la sangre y con la rima
del poeta calcinado,
denostado por la brasa
de un arrogante fusil,
presuroso en limitar
las pasiones y los versos
de sutiles creadores,
temerarios transeúntes
de costumbres ancestrales,
artesanos del dialecto,
románticos militantes.
A Lorca lo vi caer
y sé que no fue tu culpa,
a Hernández desfallecer
entre la niebla y la playa
cuando no pudo escapar
acosado por tus males.
De Machado y sus dolores
Don Rafael se hizo cargo
con el peso de marcharse
y así bien desandarte.
Fuiste escenario y testigo
de un flamenco cantejondo;
lamento que prevenía
tener las manos vacías
de tanto dar sin tener
y el legítimo egoísmo
de esas manos poseer.
Apiádate de mí
por algún insulto dado
gritado por la impotencia
de no caminar tus huellas,
senderos que me susurran
de mi gente y de mi historia,
los poemas mal heridos
y las sombras de mis venturas
que hace muy poco entendí
cuando mirando un espejo
sus arrugas advertí...
Si de poesía
hablamos...
... hablamos de Gog y de Mc Gog,
de Papini y Marechal.
La mano de Paco Urondo
cae sin permiso del lado equivocado.
Don Severo Arcángelo
acecha de reojo a Paul Valery
quien sentencia de lo fatigoso
que resulta obrar poéticamente.
Réquiem de Jueves
y el trágico sentimiento
de una autopista calurosa,
camino al sur.
Una ciudad completa de herejes
masacrados por la turba del temple.
Tras la sombra de Heidegger
y por la espalda, el castillo blanco.
Gentuza y caterva vertical,
salvo el crepúsculo
nadie recorre tus huellas.
En aquel lugar perdido,
canciones del que no canta
páramos y versos aparecidos,
la tentativa de un hombre infinito.
Ingenuidades
A instancia de tus ojos
y sin perderlos de vista
los desafío al supremo sacrilegio
de no cegarse ante mí.
Y que vean lo que quieran
aunque este espectro se acote,
si tu reflejo no abraza
a mis manos y a mis besos
te pido encuentres excusa
que sirva a mis objetivos,
que me inquiete y me sostenga
en esta batalla perdida,
para que las brujas nocturnas
te aclaren que, sin tu dosis,
no arroparé consuelo
porque mi mundo cedido
no se construye sin ti.
Y si estás debes ser mía
muy a pesar de lo tuyo
imperiosa necedad
o ingenua alegoría.
Te juro amada mía
soy esclavo, soberbia y malicia.
Cansancio
Cuando me canso de
besar
descanso y continúo
besando,
cuando me canso de
acariciar
descanso y prosigo
acariciando,
cuando me canso de
abrazar
descanso y sigo
abrazando;
acaso de eso se
trata el amor.
Cuando me canso de
amar,
descanso, para
seguir amando.
Descanso, víspera
necesaria,
estado de mudanza y
espera
que recrea aquello
de lo cual se estaba dudando,
ansiedad recuperada
vértigo, rima insolente
versos cansados de estar cansados
por no besar, acariciar y abrazar,
cansados por seguir
cansados de amar, de no amar,
de esperar amar.
Hasta la víspera se cansa de serlo
porque ese no besar, no acariciar, no abrazar
y no amar, cansa, y es derrota,
y la derrota cansa, agota, sumerge,
inmoviliza, y estar inmovilizado cansa,
los músculos se duermen, hormiguean,
y ese hormigueo cansa, corrompe,
con la misma intensidad y cansancio
que cuando se cansa de amar…
El día que no esté
... a Carlos César Aiub
Tal vez el día que
no esté
alguien destape un libro
que haya escrito
dándome por vivo.
Es probable
que por un instante
vuelva a percibir,
amar,
resistir; intuirme
menos muerto.
Por ahora no hay alivio.
Distanciado de mis deseos
persisto, sólo persisto;
deslucido, apagado,
vulgar estado de regreso
con espacios ilusorios,
espectros silentes
que abusan de mi espalda,
moralmente enamorada
de la eternidad
y su néctar de finitud.
Tal vez el día que no esté
alguien descubra un libro
que yo haya escrito
dándome por vivo,
observando que deseo
sin gozar que deseo,
como aquellos que con dicha
disimulan vivir olvidando discernir.
Juego,
le concedo recreo a la tragedia
haciendo que vivo,
dado que la muerte me es ajena,
extranjera de mí
y del sitio en que nací,
luego de mi primera muerte,
primer dolor, llanto fundacional.
De modo
que cumplo con todos los requisitos
para afrontar la finitud;
sigo vivo, respirando simulacros...
Buen amor
El buen amor
no requiere de
litigios,
menos aún de
juristas
y de un lenguaje
leguleyo.
El buen amor
sabe lo que debe
hacer,
y es allí en donde
descansa
su magnífica y
poética erudición.
El buen amor
conoce de momentos
oportunos e
inoportunos,
goza cuando
descubre
que su presencia da
sombra,
y también goza, y
se retira,
cuando intuye
que las sombras de
sus rimas
ya no refrescan morada
alguna.
El buen amor
no piensa en su bondad,
la ejerce con la naturalidad
de sus sentidos
porque el buen amor
no intenta gobernar,
solo desea ser gobernado
por el amor…
El buen amor
no mata ni muere,
el buen amor
no sufre con ira,
tal vez se entristece,
el buen amor
está siempre allí,
a disponibilidad de todos
y cada uno,
acaso para que alguien
de paso y descuidado
lo tome y haga de él
una bella y necia metáfora…
Yo amo a
las personas
Yo amo a las
personas
allende su género,
dijo cuando nos
conocimos,
y me conquistó.
El amor de mi vida
me dio un beso en
la boca
a modo de despedida
y allá se fue,
perdiéndose
por entre la fronda
del Parque Lezama,
de la mano de su
joven amiga.
Subjetividad médico poética
Cuando el poeta va al médico
por un chequeo
general
y le diagnostica un
mal no previsto
se preocupa,
y junto con el
profesional
procura calma
y pone cartas en el
asunto.
Cuando se le
diagnostican
dos males no
previstos
ingresa dentro del
campo de la angustia
y con el consejo
del galeno
comienza a evaluar
la gravedad de
ambos
para priorizar
tratamientos.
Cuando se le diagnostican
tres males complejos no previstos,
la angustia queda de lado,
ya no quiere averiguar más,
e ingresa sin solución de continuidad
dentro de una kafkiana
encrucijada existencial:
“Aprovechar lo que le queda
para seguir viviendo como poeta
intentando dejar sombra,
o invertir ese tiempo,
matar al poeta
y dedicarse exclusivamente
a extender su temporalidad,
ya sin el deseo de dejar sombra alguna...”
La Mirada
No necesita de traductores,
menos precisa de
analistas,
críticos y
refutadores.
Construye un idioma
propio
a la medida de los
interlocutores,
redacta los verbos
más sentidos,
siempre en
infinitivo,
boceta rimas con
ellos.
En ocasiones se
pierde
en una silueta
difusa y esquiva
que no sabe o no
puede responder.
No predica, no
enseña, ni declama.
Vive su estado de
víspera inquieta,
aguardando por quién le preste
su atención,
modesta en brillo,
profunda en melancolía.
La mirada no habla pero dice,
casi siempre más que las palabras,
la mirada no escribe
pero se la puede leer
y no tiene faltas de ortografía,
la mirada no tiene capacidad de embuste
y sabe con certeza
cuando estamos causando dolor...
Asimetrías
Lleva veinte años tratando de
encontrarla.
Cuando él cartas manuscritas, ella
email,
cuando él email, ella face,
cuando él face, ella twitter,
cuando él twitter,
ella WhatsApp.
El tipo se responsabiliza
de llegar siempre tarde,
no piensa que es ella
la que se está escapando,
vía fibra óptica,
acaso por el Wi-Fi del olvido..
Solo tolera el ansia
de no tolerar
Tolero el saqueo al cual invita la
evocación,
expolio cuya indecible felonía
permanece punzante,
acaso en algún retrato sepia,
tal vez en la astilla de una copa
ajada
que aún conserva en su estría
lacerada
la impaciente inmortalidad de una
huella bermellón.
Tolero el despojo al cual invita el
olvido,
abuso cuya promiscua perfidia
persevera corrosiva,
tal vez en alguna pócima hiriente,
elixir rociado entre las rimas de un
poema
que se niega a tutelar el entalle
injuriado
y la extrema perpetuidad de su trazo
bienhechor.
Tolero la estafa que procura la
soledad,
inasible enfermera, perversa mácula,
ácaro presente,
que cual grato somnífero, ampara
desde la argucia
el verbo horrorizado de la buena
compañía,
cincel agnóstico, porfiado, que
perdura aún
con la elipsis de un acorde que
merece perecer.
Tolero el punible silencio del
camposanto el cual
se nos finge cancerbero, que nos
ofrenda nirvanas,
brumoso predicado e inhabilitado al
lenguaje
majestad sin un dialecto venturoso
en sus axiomas
como oprobio: su algazara, y la
luctuosa soberbia
de un promiscuo vencedor.
Ojalá que te enamores
“Ojalá que te enamores”
afirma una ancestral maldición
cuya autoría dicen
- aclaro que no me consta -
que pertenece a los turcos.
Muy pocos son los que se atreven
a exhibir marcados desacuerdos con
la teoría,
sin embargo y vaya por despotismo
divino
el ser humano continúa eternizado en
su capricho.
Las más bellas estrofas se han
escrito
en plena instancia de congoja,
las melodías más sentidas
observan al desamor
como el siniestro disparador
de los más abyectos deseos,
el abandono y el olvido resultan
dos castigos dignos de Hades
mientras que sostener una mirada
puede constituirse como la medicina
indispensable
para sanar al unísono
todos aquellos males mencionados.
Ojalá que te enamores dice la
ancestral maldición,
bella maldición, bendita maldición.
¡ A padecer entonces,
que las tormentas y los ventarrones
caigan sobre nosotros de manera
tempestuosa
y que la lluvia nos hinque
de modo despiadado sus gélidas
astillas!.
Que nos duela la ausencia del dolor,
que nos duela la ausencia del amor.
Dolor, amor, rima forzada,
imperfecta y cenagosa, acaso
necesaria.
Qué hermoso es vivir
entre maldición y maldición,
sostener un estado de víspera
como curso y transcurso,
acostumbrarse a la metáfora,
a la sana rutina,
nacer y morir de a ratos,
y que todo suceda,
sin proscripciones ni advertencias,
asumiendo que pasar por este mundo
sin haber sido besado por aquella
maldición
no merece la pena.
Uno descubre que ciertas
inseguridades
consiguen disfrutarse,
a la par que comenzamos a fantasear
con un cuerpo ajeno, deseamos
que ese mismo cuerpo
nos alcance a condenar,
nunca es conveniente idealizar
el mañana masacrando el presente,
sino todo lo contrario,
de alguna manera conjeturar el
devenir
es tarea de insolentes.
Si pretendemos avales para amar
seremos un fraude, domesticar las
pasiones
es conspirar contra nosotros mismos,
acaso el peor de los amparos.
En oportunidades observo que mis
principios
no son más que magros finales,
así y todo no es dable destruirse,
lo que falta no falta, es víspera,
es sólo una cuestión de paciente
espera que merece recrearse.
Pienso, suspendo lo que pienso
para continuar pensando,
somos creación si creamos,
sino somos simple negación.
Besa sin miedo, acaricia sin prisa,
ama sin dudar, en definitiva
la vida es un mesurado promedio de
sinsabores.
En ocasiones somos textos
deshilachados,
amarillentos, a la espera que
alguien
un poco olvidado de la cosa
nos tome del escaparate y comience
la lectura;
apenas estamos un rato deambulando
por la eternidad,
creyendo vivir una hazaña, un sueño
quizás.
La Sed
La sed los convocó
ante la potestad de los espejismos y
su deriva.
Oasis alucinantes diseñados
a costa de ciertas soledades
que suelen acompañar
a los seres humanos de modo
siniestro.
Sus dos desiertos
eran lo suficientemente extensos
como para no dejarse llevar por el
ensueño.
La felicidad, como es usual,
se disfraza de embustera y logra
que por un breve lapso de tiempo
la sed no logre injuriar aquello
que por cierto estaba vulnerando.
Cuentan los cronistas
que luego de saciar sus necesidades
en el espejismo
ambos desconocidos continuaron su
camino
optando por cardinales opuestos,
pero más sedientos aún,
debido a que vaya paradoja,
esas aguas que bebieron
se hallaban altamente contaminadas
por la ustible pócima del amor…
Confín
Pudo ser pasajera insolente
de mis distancias más cercanas,
y convidada de honor
de aquellas suntuosas
cenas nunca terminadas.
Y pudo, amor mío,
deslizarse con ropas de turista
por mis vírgenes paisajes,
creados y reservados
solo para la única,
tallados para mi célebre invitada.
Y si no insisto en la empresa
es para no blasfemar su recuerdo,
prefiero esta cruel abdicación
de forma tal no retratarla indómita,
esquiva e insolvente,
haciendo el supremo sacrificio,
tratando de entender las suertes,
los destinos y mi angustia
por no haberla podido embriagar…
Soy extremaunción
Los espejos
son imágenes públicas,
indescifrables.
Allí lo improbable
va de la mano de lo imaginario,
todo es simetría.
En ese mundo invertido
estamos apenas un rato,
creyendo vivir un sueño,
esquivando senderos
que se deben tomar.
Y es probable que el pasado
nos siga acosando,
por eso le pido a la muerte
algunos instantes
de su desmemoria,
la sangre gotea
gracias a su sutileza,
llama y grita desesperada,
no la escucho,
su conquista resulta
una excusa irremediable.
Escribir no es más
que un compromiso con uno mismo,
leer es su simetría.
El reloj cesa cuando
el tiempo es retroceso,
exilio que se viste
con túnicas de melancolía.
Es natural observarse
como un mediocre actor
de obras azarosas
en donde el olvido
habla de lo que no se alcanza a
definir.
Algunos viven
no más que el hoy
de sus magros momentos,
otros insisten en la persecución
de un devenir,
están los que construyen pasados,
tristes y solos,
los menos van creyendo
y leyendo inexistencias.
De todas maneras sigo tu ruta,
persigo el misterio,
soy extremaunción.
Felicidad y abandono
Es tan legítimo que un hombre
edifique su felicidad
como su abandono
siempre y cuando no perturbe
la felicidad y el abandono
de sus semejantes,
queridos y no queridos.
Ambos estados son respetables
y de ellos han partido
los más bellos poemas
de los que dispone
y disfruta la humanidad.
Ni uno ni otro
pueden enrostrarse
sus fidelidades y asertos,
menos intentar transferir sus
recetas.
La vida no es otra cosa
que muerte que viene afirmó Borges,
enigma atemporal, indeterminado
que está más allá de nosotros
y de cualquier tipo de racionalidad.
Aunque cabe darse la satisfacción
y embaucarse,
pero convengamos que la trama
dura apenas hasta el arribo
de una primera señal
que nos ponga en el horizonte
las sombras de la finitud.
Se me dirá,
Borges también afirmó
que muerte es vida vivida,
pues peor aún digo,
ya que en ésta definición
se nos presenta
más crudamente
nuestra terminalidad.
No me atrevo a discernir
cual de las dos definiciones
encierra pesimismo u optimismo,
sospecho que conociendo al autor,
ninguna.
Lo cierto
es que tanto la felicidad
como el abandono
se hacen tantas y marcadas
concesiones
durante la vida
que logran mimetizarse
y confundirnos
para el bien de nuestras
esqueléticas conciencias…
*
SONETOS
Soneto a José A.
Guisasola
Esbozo, y mácula intangible
senderos de mesura maltratados
vivir y devenir en sus costados
es ostentar deseando lo imposible.
Guisasola recurre susceptible
al placer de sus tiempos olvidados
suplicando silencios postergados
atizando aromas inasibles.
Abraza, un crepúsculo sublime
el obsceno lamento despoblado
nostalgia, y pasión que no redime
... y es fábula, y es cielo, aún
soñado
incógnita, y espíritu que oprime
su terca necedad por ser amado.
Soneto del Bajo Flores
Es tu triste de ojeras y regado
son motas con asfalto de neblina
la ciudad de desliza cristalina
taimada por un tango renegado.
De tahúres, de cafiolos y de yuta
camina modelando su acuarela
silentes merodeando por Varela
rumbo al bajo, en busca de la ruta.
Bañados anegados de pobreza
la porción olvidada del ostento
casonas remangadas y pereza
el humor de disfraza de violento
no hay consuelo ni males ni fiereza
es un gris que se hospeda a fuego
lento.
Soneto a Juan Bautista
Maciel
El homicida remontó el altillo
santiguó de atajo su arcabuz
con el aire del Cristo a media luz
su buena fe persignó ante el
gatillo.
Aguardó con sigilo por el hombre
portador y culpable sin sentencia
y por más de algún sesgo de
clemencia
disparó por contrato, y a su nombre.
El caudillo cayó puro y olvidado
anónimo de obscenos y viciosos
sin testigos sangra herido y
observado
por fragmentos de plomos temerosos
Juan Maciel luce muerto en aquel
vado
aguardando por ateos generosos
Soneto del Mal
Presagio
En las márgenes del río: una vereda
me conduce al paraje del olvido
entre el cielo, la llanura y un
silbido
voy a tientas por el tiempo que no
queda.
No hay pecado ni mensaje que me
exceda
el ensayo es tan sólo lo vivido
los rastros y las huellas sin
sentido
atajos que el naciente nos revela.
Poemas del que escribe y no es leído
estrofas que se pierden en la hierba
canciones del que canta y no es oído
acento, rima y llanto humedecido
me acerco, al crepúsculo omitido
presagio de la ausencia y de la
espera.
Usted, harta de lo
suyo...
...descubre sin prisa el artificio
de lo mío
de mirada impostada, acaso liberada
detrás del llanto, y entre los
fuegos: la celada
su Hades engaña, no duermo, a veces
me río.
Quizás mal interprete, y se sienta
acosada
cortejo y espejismo cedo ante su
hastío
indulta primaveras con nubes y con
frío
despótica y sin Cristo, asúmase
olvidada.
Usted, harta de lo suyo censura lo
mío
tras su cumbre inasible aventuro una
mirada
farsante asequible de mala verba me
inspiro
exhausta por lo suyo disciplina su
sino
enfado de la amnesia, corrupción
eclipsada
su Hades que engaña, lo sabe, a
veces conspiro.
Soneto de la Lágrima
Una lágrima, mezquina y atrevida,
porfiada, teme apenas sostenerse
improvisa senderos sin moverse
de su cauce en tu ruta dolorida
desanda la cosmética partida
reside su congoja por saberse
compañera tajante al detenerse
entusiasta por males de crecida.
Es enigma de una gota sometida
ofrenda por quebrarse, por perderse,
sepultura versada y corrompida
quebranto, magro duelo y bienvenida
inasible paisaje sin mecerse
atrevido tormento de la vida.
Soneto de la Memoria
Sin pensar en mis versos malheridos
tu rostro gime magras fantasías,
confuso tras dos cuerpos que por
vías
creyeron cobijar a nuestros nidos.
Repasos y decesos suspendidos
son enfado, carencias y herejías,
rapaces que se cruzan con Mesías
indultan con sus rezos deslucidos.
Fugar de mi cielo, y mis latidos,
desventura que admito merecías
cortejos corrientes, casi
fallidos...
ventanas tapiadas, cama vacía,
flemático sopor por los maullidos
y tu felina muerte profecía.
Soneto de la luz y el
poeta
Vela que torturas con tu luz el
verso impropio
invades, asechas y corrompes a su
pérfido autor
iluminas con desgano, crueldad,
alrededor
complaciente y distante del último
cronopio.
Vuestra majestad, bella metáfora que
acopio
libérrima elección de aquel dócil
conquistador
se sospecha el infortunio del ahogo
creador
falacia y desmesura, silencio de
velorio.
Tras tu llama, un incierto fantasma
seductor
merodea entre máculas a ritmo de su
odio:
resulta falso y atractivo juzgarte
inspirador...
...vela que torturas con tu luz un
texto impropio
indagas entre misterios las comarcas
del dolor
resplandeces con soberbia, crueldad,
alrededor...
Soneto de la muerte
Afirman de un ángel y su doliente
cadencia
axioma embustero de trasnochado
carisma,
alteza obediente desconoces en ti
misma
el blasfemo elixir que propone tu
paciencia.
Deseo conocerte desnuda, en tu
ausencia,
acaso liberada, difunta de tu estima
simulada terquedad redención de tu
rima
te defiendes de mi, por mi burlona
insistencia.
Sospechas de tu totem, y es cuestión
ordinaria,
los fanales de miles te observamos
rendidos
tormentos ardientes y juramentos
vencidos
te corrompes vanidosa cual reina con
rabia
nosotros, reposados, asentimos
heridos
baraja que disfruta tu bravura
canaria.
Soneto de la Pobreza
Vengo a conceder con vergüenza de
pobreza
conjuro sin malicia como prueba y
alegato
exhibo los motivos que alteran de
inmediato
y absuelvo el ultraje de una
historia sin nobleza.
Insto ante la duda que mi falta de
pereza
libre a los abyectos de tomarme por
ingrato
piedad y sentimiento, mirada de retrato,
prejuicio que clarea sancionar con
ligereza.
Pido algo de respeto, aunque sea por
un rato,
memorar algún honor, un beato que no
reza
éxodo sin victorias, sermones que
delato
verbo pertinente como norma de
contrato
bosquejo mensurado con tinta de riqueza
astucia mal habida, placer que no me
es grato.
Soneto de los últimos
versos
Inermes lucen, mis últimos versos
entre celdas, sepelios y un fracaso
rimas del ayer en tiempos perversos
légamo de Dios, brumas del ocaso.
Transito pendiente un abrazo una
curva
tonadas sin sol vocean la herida
tormento incumplido a mi voz
perturba
estrofas que ganan hechura de huida.
Grafía que estremece mi letargo
opulencia de hieráticos inciensos
baladas sin apremios ni descargos
abandonan mis remotos comienzos
prudencias de un amanecer amargo
quebrantos sobre hilachas entre
lienzos.
Soneto del fraude
Detrás de las estafas, carencias y
agonías
sin más intermediarios me oculto
censurado,
magras probidades que incluyen melodías
la huella del cortejo de quien fuera
torturado.
Estimo no merezco el perdón de la
premura
arriesgo ante su viaje que el tiempo
lo rescate
y esto que se otea como propio de un
dislate
impute cual indicio un retazo de
ventura.
La amnesia de los brutos luce libre
e indecente
historias de mortajas sepultan
nuestros versos
carga que se exhibe como cuerpo
penitente
tumores que nos vencen, hazañas de
perversos
bardo y trova de masacre, pira
convincente
huesas del olvido para bien de los
conversos.
Soneto del tercer
milenio
Enfermas y lisiadas por celadas
recurrentes
filosas jornadas construyen sus
instancias
un centrado cadalso preserva las
distancias
riega con olvido sus humores
inocentes
tiempo de monedas y de trazos
penitentes
dolor que le refuta a la suerte sus
jactancias
tristeza de licor, mercaderes y
ganancias
la muerte y su sumario; sus deudos:
los pacientes.
Cárcavas sin sus cuerpos y flores
malolientes
penumbra y boceto de lo que ayer
fueron estancias
penosa terquedad discreción de los
valientes
se percibe en los azares aromas a
ignorancia
hiel veneno que derrama roja sangre
a sus clientes
ruego que se reza sin prestarles
importancia.
Soneto a los bluesman
Tonadas mórbidas, delicadas,
indecentes
parten con sentencia del abismo
hacia el letargo
famélicas siluetas que usurpan
penitentes
los velos sin sus muertos y sangre
olor a fango.
Entre rezos y plegarias: falsos
confidentes,
imploran por sonetos que expliquen
su penuria
actores que prometen ensueños
imprudentes
tirria de la verba, canto y rima de
la furia.
Van desnudos los poetas sobre hielos
penitentes
ayuno en una nube halo claro de
lujuria
oscuros son sus duelos y olvido sus
simientes
libres de rencores lucen culpas
inminentes,
hay encargo del suicida y exigencia
de la curia
criptas relucientes y epitafios
prominentes.
Soneto del crepúsculo
Crepúsculo de cumbres inasibles
cuéntame de tu miel y de tu espanto
no nos hieras con tu hiel y con tu
llanto
por cuenta del amor y lo
imposible...
crepúsculo y tu necia soledad
que invita a sostener una mirada
aquella que convierte en estocada
el celaje que arropa tu verdad.
Crepúsculo de turbias imprudencias
te advierto que me duele tu talante
fuiste juglar de indultos y clemencias
divulgando tan sólo en un instante
que el amor también vive de
indecencias
y el dolor se atesora en el Levante.
FIN
GUSTAVO MARCELO SALA
ARGENTINA
Generoso en extremo un regalo de Navidad adelantado y hermosas frases , y meditaciones que me acompaniaran al menos todo el verano. No estoy seguro de que lo merezcamos y lo unico que podemos arrimar a tu arbolito es meramente nuestra fidelidad como lectores y algun burdo comentario con admiracion y buenas intenciones . Inmensas gracias
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