Maestros del Blues….. el inmortal saxo de King Curtis.. y algunos párrafos sobre su et immatura mors (muerte prematura)
King
Curtis fue un emblema del saxo. A diferencia de tantos otros músicos
extraordinarios, Curtis nunca se encasilló en un género o estilo. Tocó rhythm and blues, rock and roll, soul, blues,
funk y jazz, y grabó infinidad de discos como solista o acompañando a músicos
como Wynton Kelly, Buddy Holly, Champion Jack Dupree, The Coasters, Aretha
Franklin o John Lennon. Era un saxofonista sofisticado, con altas dosis
de swing en sangre y un groove irreprochable. Se lucía tanto con el saxo tenor,
el alto o el soprano.
Era texano, de la ciudad de Forth Worth y si bien todos
lo llamaban Rey, su verdadero nombre era Curtis Ousley. Había nacido el 7 de
febrero de 1934 y no tardó mucho en mostrar sus inclinaciones musicales. Empezó
con el saxo cuando todavía era un niño y nunca más lo dejó. Por aquella época
escuchaba lo que podía en la radio. Así fue como descubrió a Lester Young y a
Louis Jordan, sus máximas influencias. El instrumento se convirtió en una
extensión de su ser. Tanto que lo hizo dejar la escuela para sumarse, con 16
años, a la banda de Lionel Hampton.
En 1954, se instaló en Nueva York donde se
convirtió en uno de los músicos de sesión más buscados de la ciudad. Un día
podía grabar con Sam Cooke y al otro con Bobby Lewis. Cuando la década del 60
se encaminaba hacia su ocaso, Curtis grabó con dos de los guitarristas más
extraordinarios que hayan pasado por este mundo: Jimi Hendrix y Duane Allman.
La
calurosa noche del 16 de agosto de 1971, Curtis estaba en su departamento de
Nueva York, sobre la calle 86, con algunos amigos. El aire acondicionado estaba
al máximo y uno de sus invitados le pidió que lo bajara un poco. Para eso,
Curtis tuvo que e ir hasta el sótano del edificio. Cuando bajaba las escaleras
se encontró con dos adictos que se estaban escondiendo para consumir heroína.
Curtis les dijo que se fueran de allí, pero uno de ellos se resistió. Hubo
insultos y un forcejeo. El desconocido sacó una navaja y le asestó una certera
puñalada en el pecho, a la altura del corazón.
Herido, Curtis le arrebató la
navaja y le provocó seis cortes a su atacante. El músico quedó tendido en el
piso, mientras que el otro escapó. Una ambulancia trasladó al músico al
Hospital Roosevelt, pero llegó muerto. El agresor, identificado como Juan
Montañez, de 26 años, logró sobrevivir y fue detenido al llegar por sus propios
medios al mismo centro médico.
Tiempo después fue condenado por homicidio. Así
de triste y repentino fue su final.Su muerte causó una gran conmoción y el
funeral fue una verdadera celebración a su vida y su música. El sermón lo
realizó el reverendo Jesse Jackson, importante líder político y social de los
EE.UU., y Aretha Franklin y Stevie Wonder lo despidieron cantando. El Rey ha
muerto ¡Viva el Rey!
Fuente:
Malbec y Blues
La
muerte temprana y el blues...
Estaba
allí, en las vísperas, como lo es gran parte de nuestra vida, a poco de iniciar
la redacción de su testamento, epifanía mediante, percibiendo que el olvido era
el máximo y único valor a legar. Un atrevido, un artista osado, un aventurado a
su tiempo guarda todos los requisitos para ser un llamado de atención a la
humanidad como especie hasta el fin de sus días. Llegará el día en el cual no
existirán ni la negación ni la oscuridad, porque no habrá testigos que puedan
dar fe de ellas. Los músicos de Blues tradicional denominan a estos acertijos
mefistofélicos como encrucijadas. Esto aparece cuando ellos asumen la situación
angustiante de no haber creado y tocado aún sus mejores acordes, los más
complejos, tal vez los preexistentes a su yo creador, los que nacieron con
ellos y esperan de manera paciente. Ser ícono es aceptar la pesada carga de los
tiempos, sobre todo de los malos momentos, y es allí en donde encontramos el
quiebre. No todos están dispuestos a sacrificarse para dejar buena sombra, el
egocentrismo y el individualismo no son novedades ni pecados de la modernidad
como algunos creen. La espesura de la fronda, el alineamiento casi perfecto de
los cercos siempre verdes perfilaban las múltiples estéticas del parque, un
collage digno de un jardinero cuya vocación artística se lograba percibir en
cada ornato, sombra y cantero; cuando la mano del hombre auxilia a la
naturaleza, la embellece y corrige sus frecuentes erratas y desmadres. Pudo
fisgonear en la zona del vivero que Hendrix, Vaughan, y Joplin eran los
responsables artísticos, intelectuales y prácticos de esos exquisitos
laberintos botánicos, ninguno, al igual que él, había llegado a la madurez… (Et
Immatura Mors – Fragmento)
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