Maestros del Blues. El dúo Fitzpatrick y Robinson y un cuento sobre el Violoncelo.. propone Javier “Paco” Miró
Por Javier "Paco" Miró
Fitzpatrick y Robinson, de 50 y 43
años respectivamente, crecieron en mundos sociales, culturales y geográficos
dispares. El primero era un muchacho del campo del centro de Australia que creció
escuchando cassettes de música country de su padre, antes de quedar impactado
por el sonido de AC/DC, mientras que
ella creció en Belfast (Irlanda del Norte), estudiante de música clásica,
amante del soul music y con un padre fanático
de Jimi Hendrix.
Pero los contrastes, son estrechamente
compatibles ahora. Desde la reunión en un festival de música en el Condado de
Mayo en el oeste de Irlanda, en el 2008, la pareja ha sido inseparable.
Fitzpatrick había iniciado el dúo de blues Fitz y Itchy, mientras
que Robinson era vocalista del coro de gira con Jamiroquai y Corinne Bailey
Rae.
"Permitir uno al otro la libertad para ir después
por lo que cada uno de nosotros no puede dejar de tocar," dice Robinson...
Hat Fitz & Cara Robinson rescatan uno de los
grandes vacíos en la música americana, entre el surco del blues crudo,
libidinal y la dedicación espiritual del Gospel. Hay fuerza y ternura en el dúo.
Es especialmente notable en “Después de la lluvia”, su registro más completo. "Nunca
tratamos de hacer un sonido, solo sucede,", dice Fitzpatrick. "Mi
vieja escuela de blues me brindo el sentimiento." Con cada álbum
han crecido su perfil y su sonido. En enero de ese año realizaron un tour
por Australia para promover “Después de la lluvia”. Luego pasaron unos buenos cinco meses
recorriendo Canadá y Europa. "Tenemos suerte de estar juntos y recorrer el
mundo tocando para la gente. Es nada menos que un sueño hecho realidad para
mí". La pareja, que se casaron en una oficina postal sin terminar en el
2010 cuando era poco más que un techo y un piso, inevitablemente llegarán a
Belfast, donde tocarán a teatro lleno en la tierra de Robinson...
VIOLONCELLO
Autor: Javier Miró
Lo primero que me
perturba es su delicada belleza, la perfección de sus curvas y relación tan
íntima que se establece al instante en que uno lo coloca entre sus piernas.
El perfume seco de la
madera estacionada y su tremenda sensibilidad para detectar los más mínimos
cambios de tensión de mis dedos, traen reminiscencias sensuales de románticos
encuentros.
Mi mente instala bruscamente como un flash la imagen de mi novia Alicia pero comprendo que es menester concentrarse en la solemnidad del momento.
Mi mente instala bruscamente como un flash la imagen de mi novia Alicia pero comprendo que es menester concentrarse en la solemnidad del momento.
Es inevitable al
contemplar el violoncelo, la pregunta sobre sus orígenes, ¿cómo llegó a mis
manos? , o tal vez imaginar su pasado de amores perdidos en selvas tropicales
aun creciendo salvaje, floreciendo, fotosintetizando, tan contrastante con este
presente de forma y disciplina.
Al decir de Yupanqui estos instrumentos de madera fueron anteriormente árboles y vibraron a merced del viento, y aprendieron del canto de los pájaros y de las caricias de las gotas de lluvia en las tormentas de verano.
Estrictamente
rastreando su historia , nuestro encuentro y su consecuente destino fallido al
caer entre mis piernas, se debe mas bien a los Luthiers Italianos de Cremona
que idearon un violín mas grande buscando una gama sonora grave , con
sonido deprimido y silente, como un eco.
En ese preciso
momento percibo anonadado la angustiosa presencia de una audiencia
impaciente, que me desvía de esta búsqueda con sus movimientos
histéricos, sus comentarios en voz baja y sus carrasperas.
Me decido a acometer
con una apertura tanguera como inicio, infringiendo unos golpecitos en el
puente del noble cello, aventura audaz de mis dedos firmes imitando palmaditas
en las nalgas de mi amante.
Lo cual me recuerda
nuevamente a mi novia Alicia, y su incierto, aleatorio destino después de esta
noche de excesos y de copas
La percusión me
devuelve a la cuestión principal del origen, del porqué estamos aquí, y el
latido sobrio de la madera me lleva a esos bosques de la selva oranense, a la
imponente presencia de sauces del cerro, ceibos y peteribies que habrán donado
su madera para que tan distinguido instrumento llegue a mis manos imprecisas.
Suelta ya de inercia o
imperceptibles inhibiciones mi mano izquierda toma coraje y decisión
deslizándose hacia abajo impregnado la sala de vibraciones sorpresivas de
registro flatulente.
Comprendiendo la urgencia del incidente, comando sin demoras a mi mano derecha, a acompañar la aventura con pequeños golpeteos del arco sobre las cuerdas.
Tres señoras gordas de
la primera fila se retiran con torpeza hacia la puerta liberando una corriente
de viento que acompaña el quejido de las crines de caballos de Mongolia,
antiguo material con que se fabricaban las cuerdas de este instrumento.
Mi dedos de la mano
izquierda se desplazan mas rápidamente, tratando de recordar con poco éxito
aquella introducción de "Oblivion" de Piazzolla, algún pasaje de
Debussy o quizas el riff de "Humo sobre el agua" de Deep Purple .
Un señor de anteojos, gorra y bufanda se refriega el barbijo, tratando de
conjugar estos sonidos, plasmados en su memoria vagamente en pasadas
experiencias con músicos de Free Jazz, (fruto de caóticas sesiones allá por los
70's cuando improvisaban bajo la influencia de altas dosis de acido lisérgico).
A pesar de notar el
éxodo de las tres primeras filas, mi confianza se incrementa, quizás por el
efecto sinérgico de la adrenalina y restos de alcohol aun en mi cuerpo, produciendo
movimientos espasmódicos epilépticos en mi mano derecha, que ya cansada del
peso del arco lo abandona y se dedica a pellizcar rápidamente las cuerdas como
si se tratara de un contrabajo, fingiendo con torpeza ejecutar improvisaciones
microtonales.
Otro señor mayor,
sentado solo en la última butaca de la cuarta fila parecería regocijarse
siguiendo el ritmo con sus manos sobre el apoyabrazos pero la enérgica
rapidez de sus golpeteos a destiempo se hacía más identificable con los
síntomas típicos de un parkinson avanzado.
En el éxtasis creativo
de la performance descubro iluminado el verdadero origen del evento y recuerdo,
que en medio de una sesión desenfrenada de shots de Tequila , recibo el llamado
de mi amigo Marccelo, que me citó en este auditorio para charlar sobre un nuevo
proyecto, luego de escuchar a un famoso instrumentista.
Me asalta el dilema de
si el alcohol ingerido afectó mi pronunciación al preguntar por Marccelo en la
entrada y desencadenó mi debut en el escenario con este artefacto entre mis
piernas.
Veo a mi amigo acercarse rápidamente por el pasillo hacia mi rescate y me prometo firmemente empezar mañana mismo mis lecciones de Cello, sin dejar de inquietarme por el destino de mi novia Alicia ante la imposibilidad de recordar, en la fragilidad de las confusas imágenes, el lugar donde la había dejado.
Fuente:
https://javiemiro.blogspot.com.ar
Blog: Javier Paco y
El Loco
Imperdible la voz de Cara en el blues de la tortuga,que alguna vez canto' Janis Joplin, las imagenes de galpones de madera despintada, fardos , chapas corrugadas y casillas rodantes y pasturas representan mucho del 'OUTBACK" Australiano.
ResponderEliminarBella historia del violoncello.
ResponderEliminarEllos hicieron un buen pacto, no son iguales, pero se complomentan muy bien.
Muchos besos.