Maestros del Blues. Oli Brown y algo sobre la buena suerte que uno tiene en tiempos de absurdos egocentrismos..
Nacido en Nortfolk, Inglaterra el 23 de mayo de 1989 se ha
transformado siendo muy joven en uno de los cantantes y compositores de blues
más importantes de las islas británicas. A su virtuosismo con la guitarra le
agrega su enorme personalidad escénica ubicándolo entre los preferidos de los
amantes del género en vivo. Ya en el 2010 fue elegido como le mejor vocalista e
intérprete joven, halagos que los catapultaron para que el propio John Mayall lo
pidiera especialmente para que sea su primer guitarra en el festival de blues de
Indonesia. En el 2013 fue nada menos que telonero de Joe Satriani en el Gran
Rex de Paris. Su discografía hasta ahora nos presenta cuatro trabajos:
·
Open Road (2008)
·
Jefes
que gano, colas que pierdes (2010)
·
Aquí estoy (2012)
·
Canciones de la
carretera (2013)
En tiempos en donde la
gente se postula, se mide, se propone y hasta se impone.. digo..
“Las suertes que la vida me ha regalado, le
dije al tipo. Como en toda suerte ni siquiera cabe la responsabilidad. Por
suerte no soy periodista, de manera que nadie va tomar en serio mis
pensamientos, análisis, informaciones y menos aún seré invitado a tediosos
encuentros que apenas finalizados quedarán en el olvido. Por suerte no soy
escritor. Por eso mis novelas, cuentos y poemas no tienen la obligación de
llevar el fatigoso peso de una firma sospechosa. Si uno se choca casualmente
con alguno de ellos no se verá forzado a saber quién es el autor. Además uno se
ahorra vida al no sentirse parte de tertulias y convites en donde generalmente
la literatura queda a un costado, como en estado de espera, hasta que vuelva a
recuperar su rol fundamental. Por suerte uno no es inteligente ni sagaz,
cuestión que me permite obtener licencias de modo no molestar a mis cercanos y
lejanos con postulados fundantes y frases de almanaque. Por suerte no
tengo ni la ambición ni el desvelo de superarme y menos aún de superar a mis
linderos. Por suerte no estoy en ningún listado cuando de valorizaciones se
trata. Por suerte nadie cuenta conmigo en su imaginario. Es una excelente forma
de no defraudar y a la vez le permite a uno dar la sorpresa inesperada sobre
algún inciso no pensado. Por suerte no me esfuerzo por agradar. En ocasiones
dicha carga conlleva cierta dosis de hipocresía que lacera, y mucho, a medida
que los años avanzan. Por suerte ni el deber ser, ni ser políticamente
correcto, cuentan en mi vademécum. Por suerte no creo en supersticiones.
El amor para toda la vida, el amigo incondicional, la verdad revelada, la
credibilidad, los pueblos nunca se equivocan, el hombre es bueno, el olvido, la
memoria, Dios existe, Dios no existe, la existencia de los imprescindibles, la
vida es muerte que viene, la muerte es vida vivida o que cada día que pasa nos
parecemos más a ese cadáver que alguna vez seremos. De todas maneras llevar las
maletas cargadas con semejante fortuna es el precio que uno debe asumir y pagar
para tratar de ser, como decía el recordado Osvaldo Ardizzone, un hombre común,
sin aspiraciones extraordinarias ni ordinarias, de ser una persona fácil, sin
limitaciones formales, sin que pese el veto o la aprobación exterior, sin ser
invasor ni ser invadido, de ser feliz de a ratos, de hacer feliz de a ratos...”
Su mano izquierda no solo tiene una postura impecable aun en las frases mas rapidas , sino que parecen mas grandes que lo que le corresponderian a su cuerpo magro. Flor de violero
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