Maestros del blues. Homenaje a Greg Allman fallecido el 27 de mayo pasado... y algo sobre la finitud..
Por Javier "Paco" Miró
Pocas personas han ayudado tanto a definir el rock sureño
como Allman, cantante, organista y compositor de los Allman Brothers, la banda
que, formada en el punto álgido de la contracultura en 1969, dio rienda suelta
desde Florida a un poderoso y absorbente estilo de blues-rock bajo la premisa de la improvisación,
tal y como se venía haciendo en San Francisco.
Hermano pequeño del guitarrista
Duane, con quien fundó el grupo, y que falleció en 1971 en un accidente de
moto, el músico ayudó a definir un sonido cautivador, repleto de paletas
instrumentales que podían rastrear el jazz primitivo, el country desenfadado o
el folk pantanoso. Era un sonido genuinamente americano, que remitía al corazón
mismo de una nación con alma rural.
Porque más allá de las dos costas, entre la
distancia que había entre Nueva York y San Francisco, se extendía un vasto país
de carreteras secundarias a las que el rock sureño parecía explicar mejor que
la intelectualidad de los Doors o la Velvet Underground. Su órgano Hammond B-3
era esencial en este ímpetu vibrante, de latido blues,
recogido en álbumes tan sobresalientes como Idlewild South, Each
a Peach, At Fillmore East y Brothers &
Sisters, que terminaron
por crear todo un género en los setenta, que llega hasta nuestros días en la
música norteamericana. De hecho, la revista Rolling Stone seleccionó a la banda como una de las
mejores de todos los tiempos, y en 1995, el grupo ingresó en el Rock and Roll
Hall of Fame. (Fuente: http://cultura.elpais.com)
...detesto la superioridad moral del que nunca rompió
una fuente de loza porque nunca la lavó, del que no tuvo la valentía de
perderse debido a que siempre se quedó esperando, del que jamás lloró porque
evitó transitar por el sendero del sentimiento. El tiempo individual es nuestra
máxima catástrofe; como nos conoce y es nuestra sombra y memoria nos delata, y
es el que no nos permite, cual cancerbero, liberarnos, para intentar con
modestia usurparle algunos minutos de descuento a la inexorable finitud...
( de
El tiempo es nuestra máxima catástrofe, prólogo del libro de cuentos El sendero
de los extremos sucios )
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