Una ojera de
humedad
y a sus
linderos
el amorío de
las telarañas,
ambas
sospechas delatan que la cripta
se apropió
de mis instancias
al momento
que el rumor de la puerta
anunciara tu
partida.
Nuestra
compartida taza de café
con señales
carmesí
fue tu texto
despedida.
El vaho del
espejo insinuó en cursiva:
llovizna
desierta,
prendas
ruinosas y olvidables,
incipiente
nostalgia.
Pétalos que
armonizan
y un
sol quilate que nubla
mientras las
espinas diamante oscilan
por entre la
cortina americana.
Lágrimas
oxidadas, oxidables,
aferradas a
recuerdos,
ecuménica
condición
que le da
respuesta
a la
penitencia eterna.
Los
colectivos y los bares
hacen su
rutina
y en los
hoteles de paso
las chicas
siguen anhelando
por un
retiro que nunca
llegará a
sus suburbios.
Te paseas
entre mis
treguas y errores
fronteras de
un barrio
albergado
por sombras
que
inhabitan
a sus
cuerpos propietarios,
hechuras
difusas que utilizaron
tu misma
fórmula de escape:
Sin aviso
mediante,
con la
ausencia del beso mal oliente,
con la
ignorancia
de las
mañanas precarias,
sin el
compromiso
de mirarse a
los ojos
y
descubrirse ruin,
saboreando
en soledad
acaso el
último café:
amargo,
opaco, suicida...
demasiado
último
como para no
detenerse
en la
lectura de su borra.
Gustavo M. Sala
otro enfoque , el poema dentro de este poema se puede leer en :http://javiemiro.blogspot.com.au/2015/10/el-demasiado-ultimo-cafe.html
ResponderEliminarEl nombre del blog es Javier paco y el loco, cuantos poemas tendrán csnciones escondidas o dormidas"Esperando como Lázaro que alguien ,les invoque levántate y anda"(G Bequer)
ResponderEliminarLas dos versiones son muy buenas
ResponderEliminarMe has encantado
ResponderEliminargracias por tan hermosa caricia. La más dulce que he recibido como escritor.. Acaso es eso lo que busco, tarea compleja como bien decía Paul Válery.
ResponderEliminarCariños
Gustavo M. Sala