Maestras del Blues ...... Compilado..... Prosa poética: Réquiem del poeta enamorado

 



Estimo haber sido mejor ex-pareja que pareja, haya sido porque me aparté o me licenciaron jamás me llevé trofeo alguno, sea propio o compartido, y procuré no poner en controversias e incertidumbre futura a los amores que mágicamente me dedicaron su tiempo amante concedido. Luego estuve cuando me necesitaron, y muy a pesar de los duelos y el dolor, mantuve la distancia cuando mi presencia era prescindible, acatando como don divino el olvido merecido. Creo que esto, de alguna manera, también es saber querer. No molestar ni irrumpir son también formas de la afectividad. Y no se trata de soltar como dice el moderno y vulgar manual de autoayuda, es imposible liberarse del pasado que nos construyó como personas, sobre todo en lo afectivo, somos lo vivido, somos lo por vivir, porque en definitiva, más allá de la materialidad, somos seres emotivos, hacemos lo que hacemos porque intentamos querer y ser queridos, en ocasiones funciona, en otras no, cuestión para la cual no existen fórmulas certeras. Tuve la maravillosa ventura de amar y ser amado por mujeres fascinantes, almas que me edificaron, y cuando uno comienza a percibir en soledad que los tangibles físicos e intangibles intelectuales propios están cediendo al desgaste de los años y a la obsolescencia vital bueno es detenerse, para pensar y agradecer por tantos momentos vividos.

Hubo quien me enseñó buena y tempranamente de qué se trataba la crueldad de la pasión, hubo quien al escogerme como padre me premió con dos hermosos hijos - vaya uno a saber qué misterioso hado pasó por su cabeza cuando decidió que yo me configurara como la referencia paterna de ambos -, hubo quien impidió que me inmolara, que me salvó, que valoró algo de mí en ese instante terminal, hubo también quien me bajó al mundo real enseñándome en la praxis que existe más de una forma de vivir, y hubo quien me mostró que la vida es un sendero cuyos extremos son sucios y que nada podemos hacer al respecto, hubo quien me exhibió con su ejemplo que la condescendencia no es el camino, que la victimización es simplemente no hacerse cargo, hubo quien fue arte, oráculo reflexivo, pensante y sabio, hubo quien nunca me tomó seriamente, acaso por eso nos divertíamos tanto, hubo quien en un breve fin de semana me enseñó a reír, pero juntos y hasta el éxtasis, hubieron quienes ante mi ineptitud como pareja fueron infieles pero a las cuales, aun sabiéndolo, jamás se los mencioné, porque tenían su razón, qué sentido hubiera tenido la disputa; como cantaba Pablo Milanés y ante mis innatas insolvencias las prefería compartidas antes que vaciar mi vida, hubieron a las cuales engañé acto que aún llevo en mi conciencia bajo el formato del remordimiento, lo cierto es que nunca la materialidad fue motivo de interés, pues como tal siempre fui un pésimo partido, y hubo alguien que me hizo vivir el amor/dolor más profundo que pude escarmentar, su finitud terrenal, cruenta travesía que me dejó un hueco al cual recurro a diario, espacio al que me permite acceder sin permisos, lugar en el que siempre me está esperando, junto a su gato Bartolo, con un par de copas de Merlot, su cepaje preferido. Espero haber sido digno de tan humanista generosidad, cuando menos para tener reservado en sus álbumes del olvido, una carilla sepia.    

 


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