Estimo haber sido mejor
ex-pareja que pareja, haya sido porque me aparté o me licenciaron jamás me
llevé trofeo alguno, sea propio o compartido, y procuré no poner en controversias e
incertidumbre futura a los amores que mágicamente me dedicaron su tiempo amante
concedido. Luego estuve cuando me necesitaron, y muy a pesar de los duelos y el
dolor, mantuve la distancia cuando mi presencia era prescindible, acatando como
don divino el olvido merecido. Creo que esto, de alguna manera, también es
saber querer. No molestar ni irrumpir son también formas de la afectividad. Y
no se trata de soltar como dice el moderno y vulgar manual de autoayuda, es
imposible liberarse del pasado que nos construyó como personas, sobre todo en
lo afectivo, somos lo vivido, somos lo por vivir, porque en definitiva, más
allá de la materialidad, somos seres emotivos, hacemos lo que hacemos porque
intentamos querer y ser queridos, en ocasiones funciona, en otras no, cuestión
para la cual no existen fórmulas certeras. Tuve la maravillosa ventura de amar
y ser amado por mujeres fascinantes, almas que me edificaron, y cuando uno
comienza a percibir en soledad que los tangibles físicos e intangibles intelectuales
propios están cediendo al desgaste de los años y a la obsolescencia vital bueno
es detenerse, para pensar y agradecer por tantos momentos vividos.
Hubo quien me enseñó buena
y tempranamente de qué se trataba la crueldad de la pasión, hubo quien al
escogerme como padre me premió con dos hermosos hijos - vaya uno a saber qué misterioso
hado pasó por su cabeza cuando decidió que yo me configurara como la referencia
paterna de ambos -, hubo quien impidió que me inmolara, que me salvó, que
valoró algo de mí en ese instante terminal, hubo también quien me bajó al mundo
real enseñándome en la praxis que existe más de una forma de vivir, y hubo quien me mostró
que la vida es un sendero cuyos extremos son sucios y que nada podemos hacer al
respecto, hubo quien me exhibió con su ejemplo que la condescendencia no es el
camino, que la victimización es simplemente no hacerse cargo, hubo quien fue arte,
oráculo reflexivo, pensante y sabio, hubo quien nunca me tomó seriamente,
acaso por eso nos divertíamos tanto, hubo quien en un breve fin de semana me
enseñó a reír, pero juntos y hasta el éxtasis, hubieron quienes ante mi
ineptitud como pareja fueron infieles pero a las cuales, aun sabiéndolo, jamás se
los mencioné, porque tenían su razón, qué sentido hubiera tenido la disputa; como
cantaba Pablo Milanés y ante mis innatas insolvencias las prefería compartidas
antes que vaciar mi vida, hubieron a las cuales engañé acto que aún llevo en mi
conciencia bajo el formato del remordimiento, lo cierto es que nunca la
materialidad fue motivo de interés, pues como tal siempre fui un pésimo
partido, y hubo alguien que me hizo vivir el amor/dolor más profundo que pude escarmentar,
su finitud terrenal, cruenta travesía que me dejó un hueco al cual recurro a
diario, espacio al que me permite acceder sin permisos, lugar en el que siempre
me está esperando, junto a su gato Bartolo, con un par de copas de Merlot, su cepaje
preferido. Espero haber sido digno de tan humanista generosidad, cuando menos
para tener reservado en sus álbumes del olvido, una carilla sepia.
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