Maestros del Blues.. Brandon Lane, y una advertencia que un tipo me hiciera en el 2016

Con solo 17 años de edad Brandon Lane se había convertido en una fuerza reconocida en la música, la escritura, la composición y la actuación. Con un amor por el blues mezclado con el rock and roll, Brandon subía al escenario y dejaba al público con absoluto asombro mientras ofrecía el trabajo de un músico veterano con un toque innegable. Brandon tomó sus primeras cuerdas a los 12 años. En seis meses, fue un artista invitado en una grabación profesional.

A los 13 años, estaba estudiando Berklee College of Music realizando además espectáculos en vivo de tres horas de duración de rock clásico. A los 15 años, formó su propia banda, comenzó su propio estudio y realizó su primer concierto.

A la edad de 16 años, fue elegido para ser parte del programa de la banda All-Star de la Escuela de Rock, conjunto musical compuesto estudiantes de 219 lugares en todo el mundo. Poco tiempo después lanzó su álbum debut: 'That Kind of Love' que contiene trabajo originales de su autoría como así también melodías de portada de los grandes del blues-rock, todo estampado con su sonido de bajo de autor y su apasionado talento vocal. El trabajo de Brandon Lane está respaldado por la humilde confianza de un músico altamente disciplinado con una pasión por un sonido que es puro y preciso, continúa haciendo huella en las escenas locales, nacionales e internacionales. Habiendo actuado con artistas que van desde las leyendas del jazz Ronnie Laws y Dennis Chambers hasta sensaciones pop Rayvon Owen y Natalie Prass, además de producir para artistas como Walter Beasley y Deborah Bond, se ha convertido en uno de los músicos más buscados de Richmond.

Lane obtuvo recientemente una Maestría en Música en Estudios de Jazz en la Universidad Central de Carolina del Norte bajo la dirección y tutela de la Dra. Ira Wiggins, y continúa trabajando profesionalmente en y alrededor del área de Richmond.

Un tipo y la desnudez... 

“No lo jodo don Sala si le cuento algo en lo que me quedé pensando ayer por la noche, en la oscura soledad de mi patio, mientras la patrona veía La Leona, me dijo el tipo. Por favor, venga, lo invito, el mate está recién hecho le respondí. No joda con eso, me recriminó. No se preocupe esta vuelta salen amargos le retruqué, lo escucho. No conviene andar desnudo por la vida don Sala, y cuando hablo de desnudez usted me entiende a qué me refiero. Al momento de ser divisado e intuyendo que adolece de prevenciones, los portadores de suntuosas túnicas confeccionadas con linos de superioridad moral, sean ellos hilados políticos, religiosos, éticos o sociales, le enviarán fríos congelantes, lluvias intensas, esas que lastiman, que acuchillan, radiaciones infrarrojas y ultravioletas que quemarán su piel hasta el punto de la acrimonia. No don Sala, no conviene andar desnudo por la vida. Y más aún, si por alguna circunstancia y debido al insoportable sufrimiento corporal usted decide cubrirse, arroparse, protegerse con prevenciones humanas e imperfectas será de inmediato calificado como un fraude por esos mismos hipócritas, debido a que le recriminarán no haber podido sostener su desnudez con hidalguía y coherencia, finalizó el tipo…. Nos quedamos un buen rato en silencio, luego del sexto mate se retiró con destino incierto saludando cordialmente. A los diez minutos regresó presuroso y con un rictus de preocupación. Qué susto don Sala, fue lo primero que me dijo el tipo al ingresar al local, pensé que había extraviado mi capota, por suerte está aquí, sigue colgada en su perchero, me la llevo, desde hace un buen tiempo me acompaña todos los días, a toda hora…”