El escritor y su gato compartiendo soledades

El escritor y su gato compartiendo soledades
Los infiernos del escritor

martes, 16 de febrero de 2016

Azul melancolía..









La breve nota decía
                                   Mi querido y venerado poeta, con angustiante dolor le debo informar que no me es dable corresponder a sus innumerables señales de amor. Si bien usted me dio todo aquello que precisaba y me regaló los momentos más hermosos a los cuales una mujer puede aspirar sin tener la necesidad de pedírselo le debo confesar que he encontrado la pasión en latitudes lejanas a sus rumbos. Acaso usted haya tenido siempre la razón y sencillamente las personas nos enamoramos de una síntesis inmediata, de un momento fundacional y no de un alegato temporal. No me atrevo a enfrentarlo, odiaría dar testimonio del daño que le causo, aún así mis lágrimas no cesan cuando la pluma boceta tan triste despedida…

                                   El poeta, una vez leída la breve misiva, de cara al espejo y a medio afeitar sonrió con nostalgia, alguna nube molestó la visión que de él tenía, luego de finalizado el acto fue hasta su viejo combinado y colocó bajo la púa uno de los tantos vinilos de Blues que tenía en su colección, de hecho no se esmeró por buscar un músico de preferencia, cualquiera de ellos estaba a la altura de sus circunstancias. Lo dicho pensó, el amor a primera rima no existe, ni a segunda ni a tercera insistió en voz alta, solo existe el instante, y se arrojó en el sillón en donde descansaba tranquilamente en uno de los apoyabrazos su gato Bartolo, y lo hizo como quien lanza un desperdicio, en este caso un desecho de sí mismo. El gato lo miró, y lo hizo entre paréntesis de desconfianza y corchetes de piedad, reparó con atención en su tristeza, segundos después se apoltronó en su falda disponiéndose a compartir un rato de su azul melancolía…
                                         


No hay comentarios:

Publicar un comentario