El escritor y su gato compartiendo soledades

El escritor y su gato compartiendo soledades
Los infiernos del escritor

domingo, 12 de abril de 2015

Sobre los estigmatizadores y el concepto del pecado. Cuento Anónimo





Un hombre devoto fue a vivir a una casa en donde tenía como vecina a una prostituta. Ya al día siguiente se dio cuenta del incesante ir y venir de hombres que acudían a solicitar los servicios sexuales de la mujer. Escandalizado por la situación, se dirigió a la prostituta en estos términos:
 
-Mujer malvada y pecadora que corrompes a los hombres, ¡arrepiéntete de tu conducta!


Para que cada día tengas conciencia de tus terribles actos, yo colocaré una piedrecita en la puerta de la casa por cada pecado que cometas.
 
Y así, cada día, el devoto fue sumando piedras por cada hombre que visitaba a la ramera, formando un montón con cientos de ellas. La mujer veía crecer el cúmulo de piedras y su corazón sufría, ya que la vida y sus avatares la habían empujado a aquella situación que era la primera en lamentar.


Una noche, un terremoto destruyó aquel pueblo, muriendo en la catástrofe el devoto y la prostituta. Ambas almas fueron rápidamente conducidas ante los jueces celestes que dictaron:

-El alma de la prostituta que sea llevada al paraíso, y el alma del hombre que sea conducida a los infiernos.
 
-Un momento -intervino el devoto-, aquí debe de haber un error. Es ella la que ha estado pecando incesantemente todos los días en varias ocasiones, yo en cambio he respetado los dictados de la moral.

Los jueces se miraron entre sí sin dar crédito a lo que oían.

-No hay ningún error. Esta mujer tiene el alma blanca. Es posible que su cuerpo pecase, pero la vida la condujo a un destino que no pudo eludir.

Pero su mente y su corazón rogaban a cada instante el poder terminar con aquel tipo de vida que tanto la hacía padecer. Tú, en cambio, tienes el corazón negro de albergar resentimiento, culpa y juicio contra ella, eso sin contar con que con cada piedra contribuías a aumentar su humillación y vergüenza. No hay perdón para ti, ¡que se cumpla la sentencia!


Inmediatamente la mujer fue llevada a gozar de los placeres y beatitud del paraíso, y dicen que aquel hombre que se creía honorable, continúa asándose en el infierno.



1 comentario:

  1. Hombres necios que acusáis
    a la mujer sin razón,
    sin ver que sois la ocasión
    de lo mismo que culpáis
    Sor Juana Ines de la Cruz , pero tambien vale la pena leer "Tu me quieres blanca "de Alfonsina Storni

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