El escritor y su gato compartiendo soledades

El escritor y su gato compartiendo soledades
Los infiernos del escritor

lunes, 2 de febrero de 2015

No estoy de acuerdo con romper Diarios. Es más, hay que conservarlos para saber cómo operan y hasta dónde son capaces de mentir











Si quiere saber quién le miente
...lea diarios viejos, aunque sea busque una buena excusa para preservarlos...


por Gustavo Marcelo Sala

...vicio que uno tiene desde hace algunos años. Eso de tener tres perritos y quince gatitos – no los tengo, ellos decidieron quedarse -  obligan a tener que acopiar cuanto ejemplar circule por el barrio, de modo que echarle una ojeadita antes de colocarlos en el piso para que cumplan su función sanitaria se transformó en una sana costumbre. En realidad al no ser consumidores de un periódico específico – siguiendo los consejos tanto de Ramonet como de Chomsky: demasiado flujo informativo desinforma -  nos encontramos, gracias a la buena voluntad del vecindario, con editorialistas de toda clase y tenor. Periodistas con mayúsculas se mezclan con abyectos operadores, analistas de maravillosa prosa quedan lamentablemente eclipsados por aquellos pretenciosos cuyas construcciones literarias son apenas algo más que señales de humo. Así uno va releyendo la historia reciente – diez años cuando menos – sin descontextualizar, descubriendo intenciones y verificando palmariamente cómo se miente cuando se escribe “la verdad”.

Sobre la función específica de la que deseo dar cuenta hay que reconocer que La Nación y La Nueva Provincia son los productos que mejor la cumplen. Sus formatos tabloides permite cubrir amplias superficies, llegando en algún caso a rincones inaccesibles. Junto con el Clarín, de tamaño bastante menor, componen la trilogía en los que más detengo mi lectura. Cada vez y con mayor énfasis me hago a la idea de que alguien debería compilar sus editoriales desde un buen tiempo hasta esta parte y publicar un texto titulado: “Ahistoria”. Sobre el arte de construir falacias... Dicho texto no debería contener comentarios adicionales, ni críticas, ni refutaciones reveladoras. Con exponerlos alcanza y sobra para que el lector analice y se divierta durante un buen tiempo sobre los secretos de la desinformación.

Crónica y Popular me caen mejor aunque sus exageradas tinturas provocan en las superficies  marcas que sin un tratamiento adecuado difícilmente se disipen. Sus entregas sensacionalistas no ameritan análisis extremos más allá de refrescarme noticias con relación a eventos de sangre que mi memoria ha decidido licenciar.

Los dos Diarios Platenses de mayor tirada no merecen mayor análisis más allá de su utilidad práctica a favor de las mascotas. Su vacuas y limitadas editoriales no dan ni siquiera como anexo del texto antes bocetado.

De Critica de la Argentina ya no me queda ningún ejemplar. Juro que los guardaba con cariño hasta que una necesidad extrema debido a una descompostura inesperada del Poroto dio por tierra con las editoriales de Jorge Lanata y Martín Caparros. De todas formas nada importante se ha perdido ya que por entonces comenzaban a escribir las mismas cosas que aún repiten en todas sus apariciones mediáticas. Estos chicos no son originales ni para mentir: La reiterada nota anual sobre la casa fastuosa del funcionario, una editorial sobre corruptelas nunca comprobadas, cuánto le cuesta al erario público el programa 678 y un despliegue de adjetivaciones a favor de hacernos creer que como pueblo somos una manga de infradotados. Su formato, similar al de Pagina 12, era un poco más chicuelo que La Nación y La Nueva Provincia aunque bastante más contundente en cuanto a cantidad de páginas. Su vocación por el denuncismo inconducente era muy apreciado por sus lectores, de modo que cada ejemplar valía mucho más por su peso en kilos que por su embalaje de certezas. Dicen que los socios, un tal Mata, actualmente procesado en España por el vaciamiento de Iberia y el mencionado Lanata, actual periodista dependiente con cuenta sueldo en cierto paraíso fiscal del hemisferio norte, lo mandaron a la quiebra para blanquear guita. Algo similar a lo que hizo Jorge de Barracas con Data 54. Son comentarios de feria, vió, rumores que sería muy conveniente desestimar.

Debo reconocer que Página 12 y Tiempo Argentino no aparecen dentro de los paquetes que me acercan los vecinos. Parece que en el Pago resulta un sacrilegio la portación de semejantes pasquines oficialistas. De todos modos los utilizaría de la misma forma. Mis mascotas merecen tener sus canteros en condiciones más allá que un Aliverti, un Verbitsky o un Wainfeld deban tener que sufrir las ingratas heces de mis pichichos.

A quién todavía no he podido hallarle utilidad es a un pequeño semanario llamado El Local de Coronel Dorrego. Poseo ejemplares que datan del año 2008. Causan mucha gracia sus editoriales. Uno se detiene en ellas y parecen escritas hoy. Para esta gente, desde aquellos días hasta la fecha, no ha pasado absolutamente nada que los conmueva políticamente: Ni la Asignación Universal por Hijo y para Embarazadas, ni la Ley de Medios Audiovisuales, ni la estatización de los Fondos de Pensión y la inclusión de dos millones y medio de nuevos jubilados, ni la recuperación de YPF, ni las Cooperativas de Trabajo, ni la universalización de la vacuna contra el HPV, ni los juicios por la verdad, ni la muerte de Néstor, ni el 6.5% de presupuesto educativo, ni la yunta de bueyes del año 2009, ni el 54% y cientos de eventos políticos significativos. Hay un artículo muy curioso en donde se afirma que “en Argentina se hace política mediante el dinero público” (Ejemplar Nro 9 del 25 de Noviembre del 2008). Estimo que tal afirmación la realiza sin incluir el modo que tiene el Radicalismo gobernante de hacer política a escala local. Hay una entrevista a Fabián Zorzano, pero esta vez en el ejemplar Nro 8 del 18 de noviembre de ese mismo año, en donde, centros a la hoya mediante, el Intendente de Coronel Dorrego insiste en la necesidad de armar un frente nacional con Elisa Carrió. Hay un reportaje al Senador Gerardo Morales, de visita por la ciudad, en donde sentencia que de aprobarse la estatización de los fondos de pensión este volumen de capital caerá en las peores manos, además de una nota a la agrupación llamada Pampa Joven (vaya uno a saber si han crecido para estas alturas) en donde se muestran muy enojados con los Concejales del FPV por la falta de apoyo a los reclamos del campo. Las medidas del semanario no son las mejores para los fines deseados y su calidad de papel no tiene la misma capacidad de absorción. Como diría un viejo dicho no sirve ni para envolver huevos. De todos modos al ser una publicación local, como bien reza su nombre, uno le tiene un particular afecto y reniega de utilizarlo debido a que de algún modo se solidariza con el esfuerzo de los coterráneos.

Si bien mi costumbre no resulta original debido a que muchos programas de archivo exponen un formato similar, en lo personal no trato de buscar contradicciones, cuestiones de la que todos, como mortales, estamos expuestos debido a lo inevitable de los cambios. Me preocupa indagar sobre conclusiones, supuestamente taxativas de carácter político, que tuvieron la perversa intención de establecer postulados universales. Supuestos y deseos instalados como certezas a partir de hipótesis nunca comprobadas. Simples y vulgares corazonadas desarrolladas por influyentes gestores periodísticos transformadas en bulas papales.

La crónica del día es fresca, inmadura, carente de pensamiento y análisis. Es una simple foto de un momento determinado, generalmente descontextualizado. No se ponderan las causas, solamente de exhibe el efecto como tal, nunca como consecuencia de una multiplicidad de eventos. Acaso no hay mejor manera para entender nuestra contemporaneidad que dejar madurar esas afirmaciones. Chocaremos con sorpresas que nos dejarán atónitos.

Estar informado no significa simplemente estar al tanto de un evento del presente. Estar informado es entender ese evento y para entenderlo se necesita elaborar, analizar, exigirle rigor y certeza, cuestiones que muestran su rostro cuando la novedad ya deja de serlo. Tampoco me detengo demasiado en juzgar los recortes. Cada quién es dueño de sus prismas y propietario de sus prioridades. Lo que sí me interesa por sobre manera es percibir si esos recortes ocultan información o la deforman o son simples interpretaciones subjetivas. Observo con mucha preocupación que tanto la primera como la segunda tendencia son la que con mayores adeptos cuenta. El tema de la inseguridad es un ejemplo taxativo del caso.

De alguna manera, gracias a mis mascotas, estoy muy bien informado, ya que la realidad es efecto de las inexorables causas del pasado. Verificar quién tuvo la aviesa intención de pervertir aquellos efectos es una muy buena manera para saber qué recorridos seguir de modo tal evitarnos ser acreedores - con honores - de un diploma de ingenuos. Cuestión que me ayuda mucho es adolecer de apuros; nunca me conmovió la novedad de manera que puedo aguardar hasta que aclare. Por eso suelo dudar de la palabra inicial, sea propia o ajena; prefiero que los tamices desarrollen su trabajo. Si uno se atreviera a consentir que se ignora mucho más de lo que sabe y que por obvias razones de limitaciones físicas nunca podrá enterarse de lo que sucederá a partir de que el pasaporte dictamine nuestra ausencia definitiva, dejaría cierta soberbia de lado y estimaría con prudencia que lo esencial no es estar al tanto de la novedad, sino de entender, lo más honestamente posible, de qué se trata nuestro breve recorrido existencial.







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