No estoy de acuerdo con romper Diarios. Es más, hay que conservarlos para saber cómo operan y hasta dónde son capaces de mentir
Si quiere saber
quién le miente
...lea diarios
viejos, aunque sea busque una buena excusa para preservarlos...
por Gustavo Marcelo Sala
...vicio que uno tiene desde hace algunos años. Eso
de tener tres perritos y quince gatitos – no los tengo, ellos decidieron
quedarse - obligan a tener que acopiar
cuanto ejemplar circule por el barrio, de modo que echarle una ojeadita antes
de colocarlos en el piso para que cumplan su función sanitaria se transformó en
una sana costumbre. En realidad al no ser consumidores de un periódico
específico – siguiendo los consejos tanto de Ramonet como de Chomsky: demasiado
flujo informativo desinforma - nos
encontramos, gracias a la buena voluntad del vecindario, con editorialistas de
toda clase y tenor. Periodistas con mayúsculas se mezclan con abyectos
operadores, analistas de maravillosa prosa quedan lamentablemente eclipsados
por aquellos pretenciosos cuyas construcciones literarias son apenas algo más
que señales de humo. Así uno va releyendo la historia reciente – diez años
cuando menos – sin descontextualizar, descubriendo intenciones y verificando
palmariamente cómo se miente cuando se escribe “la verdad”.
Sobre la función específica de la que deseo dar
cuenta hay que reconocer que La Nación y La Nueva Provincia son los productos
que mejor la cumplen. Sus formatos tabloides permite cubrir amplias
superficies, llegando en algún caso a rincones inaccesibles. Junto con el
Clarín, de tamaño bastante menor, componen la trilogía en los que más detengo
mi lectura. Cada vez y con mayor énfasis me hago a la idea de que alguien
debería compilar sus editoriales desde un buen tiempo hasta esta parte y
publicar un texto titulado: “Ahistoria”. Sobre el arte de construir falacias...
Dicho texto no debería contener comentarios adicionales, ni críticas, ni
refutaciones reveladoras. Con exponerlos alcanza y sobra para que el lector
analice y se divierta durante un buen tiempo sobre los secretos de la
desinformación.
Crónica y Popular me caen mejor aunque sus
exageradas tinturas provocan en las superficies
marcas que sin un tratamiento adecuado difícilmente se disipen. Sus
entregas sensacionalistas no ameritan análisis extremos más allá de refrescarme
noticias con relación a eventos de sangre que mi memoria ha decidido licenciar.
Los dos Diarios Platenses de mayor tirada no merecen
mayor análisis más allá de su utilidad práctica a favor de las mascotas. Su
vacuas y limitadas editoriales no dan ni siquiera como anexo del texto antes
bocetado.
De Critica de la Argentina ya no me queda ningún
ejemplar. Juro que los guardaba con cariño hasta que una necesidad extrema
debido a una descompostura inesperada del Poroto dio por tierra con las
editoriales de Jorge Lanata y Martín Caparros. De todas formas nada importante
se ha perdido ya que por entonces comenzaban a escribir las mismas cosas que
aún repiten en todas sus apariciones mediáticas. Estos chicos no son originales
ni para mentir: La reiterada nota anual sobre la casa fastuosa del funcionario,
una editorial sobre corruptelas nunca comprobadas, cuánto le cuesta al erario
público el programa 678 y un despliegue de adjetivaciones a favor de hacernos
creer que como pueblo somos una manga de infradotados. Su formato, similar al
de Pagina 12, era un poco más chicuelo que La Nación y La Nueva Provincia
aunque bastante más contundente en cuanto a cantidad de páginas. Su vocación
por el denuncismo inconducente era muy apreciado por sus lectores, de modo que
cada ejemplar valía mucho más por su peso en kilos que por su embalaje de
certezas. Dicen que los socios, un tal Mata, actualmente procesado en España
por el vaciamiento de Iberia y el mencionado Lanata, actual periodista
dependiente con cuenta sueldo en cierto paraíso fiscal del hemisferio norte, lo
mandaron a la quiebra para blanquear guita. Algo similar a lo que hizo Jorge de
Barracas con Data 54. Son comentarios de feria, vió, rumores que sería muy
conveniente desestimar.
Debo reconocer que Página 12 y Tiempo Argentino no
aparecen dentro de los paquetes que me acercan los vecinos. Parece que en el
Pago resulta un sacrilegio la portación de semejantes pasquines oficialistas.
De todos modos los utilizaría de la misma forma. Mis mascotas merecen tener sus
canteros en condiciones más allá que un Aliverti, un Verbitsky o un Wainfeld
deban tener que sufrir las ingratas heces de mis pichichos.
A quién todavía no he podido hallarle utilidad es a
un pequeño semanario llamado El Local de Coronel Dorrego. Poseo ejemplares que
datan del año 2008. Causan mucha gracia sus editoriales. Uno se detiene en
ellas y parecen escritas hoy. Para esta gente, desde aquellos días hasta la
fecha, no ha pasado absolutamente nada que los conmueva políticamente: Ni la
Asignación Universal por Hijo y para Embarazadas, ni la Ley de Medios
Audiovisuales, ni la estatización de los Fondos de Pensión y la inclusión de
dos millones y medio de nuevos jubilados, ni la recuperación de YPF, ni las
Cooperativas de Trabajo, ni la universalización de la vacuna contra el HPV, ni
los juicios por la verdad, ni la muerte de Néstor, ni el 6.5% de presupuesto
educativo, ni la yunta de bueyes del año 2009, ni el 54% y cientos de eventos
políticos significativos. Hay un artículo muy curioso en donde se afirma que
“en Argentina se hace política mediante el dinero público” (Ejemplar Nro 9 del
25 de Noviembre del 2008). Estimo que tal afirmación la realiza sin incluir el
modo que tiene el Radicalismo gobernante de hacer política a escala local. Hay
una entrevista a Fabián Zorzano, pero esta vez en el ejemplar Nro 8 del 18 de
noviembre de ese mismo año, en donde, centros a la hoya mediante, el Intendente
de Coronel Dorrego insiste en la necesidad de armar un frente nacional con
Elisa Carrió. Hay un reportaje al Senador Gerardo Morales, de visita por la
ciudad, en donde sentencia que de aprobarse la estatización de los fondos de
pensión este volumen de capital caerá en las peores manos, además de una nota a
la agrupación llamada Pampa Joven (vaya uno a saber si han crecido para estas
alturas) en donde se muestran muy enojados con los Concejales del FPV por la
falta de apoyo a los reclamos del campo. Las medidas del semanario no son las
mejores para los fines deseados y su calidad de papel no tiene la misma
capacidad de absorción. Como diría un viejo dicho no sirve ni para envolver
huevos. De todos modos al ser una publicación local, como bien reza su nombre,
uno le tiene un particular afecto y reniega de utilizarlo debido a que de algún
modo se solidariza con el esfuerzo de los coterráneos.
Si bien mi costumbre no resulta original debido a
que muchos programas de archivo exponen un formato similar, en lo personal no
trato de buscar contradicciones, cuestiones de la que todos, como mortales,
estamos expuestos debido a lo inevitable de los cambios. Me preocupa indagar
sobre conclusiones, supuestamente taxativas de carácter político, que tuvieron
la perversa intención de establecer postulados universales. Supuestos y deseos
instalados como certezas a partir de hipótesis nunca comprobadas. Simples y
vulgares corazonadas desarrolladas por influyentes gestores periodísticos
transformadas en bulas papales.
La crónica del día es fresca, inmadura, carente de
pensamiento y análisis. Es una simple foto de un momento determinado,
generalmente descontextualizado. No se ponderan las causas, solamente de exhibe
el efecto como tal, nunca como consecuencia de una multiplicidad de eventos.
Acaso no hay mejor manera para entender nuestra contemporaneidad que dejar madurar
esas afirmaciones. Chocaremos con sorpresas que nos dejarán atónitos.
Estar informado no significa simplemente estar al
tanto de un evento del presente. Estar informado es entender ese evento y para
entenderlo se necesita elaborar, analizar, exigirle rigor y certeza, cuestiones
que muestran su rostro cuando la novedad ya deja de serlo. Tampoco me detengo
demasiado en juzgar los recortes. Cada quién es dueño de sus prismas y
propietario de sus prioridades. Lo que sí me interesa por sobre manera es
percibir si esos recortes ocultan información o la deforman o son simples
interpretaciones subjetivas. Observo con mucha preocupación que tanto la
primera como la segunda tendencia son la que con mayores adeptos cuenta. El
tema de la inseguridad es un ejemplo taxativo del caso.
De alguna manera, gracias a mis mascotas, estoy muy
bien informado, ya que la realidad es efecto de las inexorables causas del
pasado. Verificar quién tuvo la aviesa intención de pervertir aquellos efectos
es una muy buena manera para saber qué recorridos seguir de modo tal evitarnos
ser acreedores - con honores - de un diploma de ingenuos. Cuestión que me ayuda
mucho es adolecer de apuros; nunca me conmovió la novedad de manera que puedo
aguardar hasta que aclare. Por eso suelo dudar de la palabra inicial, sea
propia o ajena; prefiero que los tamices desarrollen su trabajo. Si uno se
atreviera a consentir que se ignora mucho más de lo que sabe y que por obvias
razones de limitaciones físicas nunca podrá enterarse de lo que sucederá a
partir de que el pasaporte dictamine nuestra ausencia definitiva, dejaría
cierta soberbia de lado y estimaría con prudencia que lo esencial no es estar
al tanto de la novedad, sino de entender, lo más honestamente posible, de qué
se trata nuestro breve recorrido existencial.
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