de G.M.S
“Ojalá que te enamores” afirma una ancestral
maldición cuya autoría dicen – aclaro que no me consta - pertenecer a los turcos. Muy pocos son los
que se atreven a exhibir marcados desacuerdos con la teoría, sin embargo y vaya
por despotismo divino el ser humano continúa eternizado en su capricho. Las más
bellas estrofas se han escrito en plena instancia de congoja, las melodías más
sentidas observan al desamor como el siniestro disparador de los más abyectos
deseos, el abandono y el olvido resultan dos castigos dignos de Hades mientras
que sostener una mirada puede constituirse como la medicina indispensable para
sanar al unísono todos aquellos males mencionados. Ojalá que te enamores dice
la ancestral maldición, bella maldición, bendita maldición. ¡ A padecer
entonces, que las tormentas y los ventarrones caigan sobre nosotros de manera
tempestuosa y que la lluvia nos hinque de modo despiadado sus gélidas
astillas!. Que nos duela la ausencia del dolor, que nos duela la ausencia del
amor. Dolor, amor, rima forzada, imperfecta y cenagosa, acaso necesaria. Qué
hermoso es vivir entre maldición y maldición, sostener un estado de víspera
como curso y transcurso, acostumbrarse a la metáfora, a la sana rutina, nacer y
morir de a ratos, y que todo suceda, sin proscripciones ni advertencias,
asumiendo que pasar por este mundo sin haber sido besado por aquella maldición
no merece la pena. Uno descubre que ciertas inseguridades consiguen
disfrutarse, a la par que comenzamos a fantasear con un cuerpo ajeno deseamos
que ese mismo cuerpo nos alcance a condenar, nunca es conveniente idealizar el
mañana masacrando el presente, sino todo lo contrario, de alguna manera
conjeturar el devenir es tarea de insolentes. Si pretendemos avales para amar
seremos un fraude, domesticar las pasiones es conspirar contra nosotros mismos,
acaso el peor de los amparos. En oportunidades observo que mis principios no
son más que magros finales, así y todo no es dable destruirse, lo que falta no
falta, es víspera, es sólo una cuestión de paciente espera que merece
recrearse. Pienso, suspendo lo que pienso para continuar pensando, somos
creación si creamos, sino somos simple negación. Besa sin miedo, acaricia sin
prisa, ama sin dudar, en definitiva la vida es un mesurado promedio de
sinsabores. En ocasiones somos textos deshilachados, amarillentos, a la espera
que alguien un poco olvidado de la cosa nos tome del escaparate y comience la
lectura; apenas estamos un rato deambulando por la eternidad, creyendo vivir
una hazaña, un sueño quizás.
creer que el cielo en un infierno cabe;
ResponderEliminardar la vida y el alma a un desengaño,
¡esto es amor! quien lo probó lo sabe
Lope de Vega. o el poema DIME de Jorge Luis Borges
Dime por favor en que vacío,
no está tu sombra llenando los centros;
dónde mi soledad es ella misma,
y no el sentir que tú te encuentras lejos.