Comenzó
la tormenta, llueve copiosamente. Ruin para algunos, divina para otros. No
obstante su osadía cabalga por huellas de vencidos e invencibles, imberbes y
mancebos, de probos y olvidados. Su humedad cubre mis colinas exponiendo un
paisaje de gris pintura, las gotas se mezclan inconstantes entre mis quebrantos
y la crueldad besa mis mejillas malolientes e insípidas, ya sin rubor. Copiosa
y efímera, tan ufana e irreverente, bendición divina, culebra o serpiente,
somos tormenta, somos agua y pendiente. Copiosa, siniestramente copiosa, de
aspecto negro e inundación de olvido. Aún así
parten de modestos puertos almas valerosas para intentar salvar de la
catástrofe lo poco que nos queda: mis insolvencias y su mar…
Así se me hace muy sencillo amar la lluvia.......
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