Su nombre real es Christopher
Anton Rea, nacido en Middlesbroug, Inglaterra, el 4 de marzo de 1951, de ascendencia
ítalo-irlandesa es un multifacético compositor, cantautor y guitarrista el cual
agrega a sus talentos musicales las artes plásticas, las artes escénicas y el
automovilismo. De voz grave y rota, de barítono registro, Chris se caracteriza
por su cadencia a la hora de la guitarra basada en la técnica del slide. La
resultante de su música en una fusión en donde el blues se posiciona como la
columna vertebral, el soul, el rock, el góspel y el jazz aportan elementos
distintivos y enriquecedores.
Más de tres decenas de trabajos compone su
discografía desde su primer trabajo en 1974 titulado So Much Love, por fuera de
las colaboraciones de sesión y en vivo realizadas a favor de artistas como Bill
Wyman, Charlie Watts, Davis Knopfler,
Elton John, Javier Vargas, John Mayall, Snowy White entre otros notables. Más
allá de su especialidad instrumental como guitarrista se muestra muy versátil con
otros instrumentos siendo muy eficiente con la armónica, teclados de toda
clase, batería, banyo y mandolina, lo que le permite desarrollar en estudios
arreglos muy originales…
Texto del cuento El
Ángel, del libro Relatos de ausentes y otras ausencias – Artes Gráficas Liber -
2019
Nunca se sintió culpable por
no anhelar cruzar el Atlántico y visitar la tierra que lo viera nacer, y más
después de la guerra civil con el triunfo del fascismo. Afirmaba ser feliz,
pues había encontrado su borrador más antiguo, su primera copia. Este
razonamiento lo tomó de un poema de su joven y entrañable amigo Roberto, hijo
del jefe de la Estación José A. Guisasola y según Ángel, el más destacado
hombre de letras que diera Coronel Dorrego a la patria. Amaba su Poesía
Vertical. Ni Hugo, ni Darío, ni Tofolo, ni Simeón, estaban en desacuerdo con
tal afirmación, aunque todos coincidían en agregar como señera y fundacional la
figura del eximio payador libertario Luis Acosta García.
Pensaba que la tierra
de uno es aquella que brinda momentos que valen la pena disfrutar, es aquel
lugar que sabe adueñarse de nuestras mejores obras e instancias y es aquella tierra
que siempre tiene algo más para proponernos como convite y regocijo. Sabía
perdonarse lo que no podía evitar, sin perjuicio de admitir un enorme sentido
de la responsabilidad. En política supo entender al Peronismo aunque el General
le llegara tarde a su vida. Por suerte nunca se enteró de la traición de sus
herederos políticos. Jamás le perdonó al “Peludo” la matanza de obreros
inmigrantes en la Patagonia y en los talleres Vasena. Solía afirmar que Além,
el cordobés Illia y su camarada Juan Maciel, asesinado en la plaza de Dorrego
en el treinta y siete, fueron los únicos radicales con mayúsculas; el resto
eran conservadores mimetizados. Aún recordaba aquellas épicas jornadas de
septiembre del 37, sus días de convicto y torturas acompañado por decenas de
luchadores populares que osaron oponerse al fraude conservador. Visitar la
tumba de su padre Valentín, saber la suerte de su hermano Constantino y conocer
a sus sobrinos, hijos de Esperanza, fueron algunos pendientes que se llevó al
cementerio una mañana de Marzo de 1976 a los noventa y dos años. Mientras el
viejo se moría las erráticas mayorías estaban muy ocupadas vivando una nueva y
anhelada dictadura militar que llegaba a poner orden e higiene ante tanto
libertario y socialista suelto. Juana, su amante y fiel esposa, como siempre,
continuaba estando a su lado.