El escritor y su gato compartiendo soledades

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Los infiernos del escritor

miércoles, 20 de marzo de 2019

Maestros del Blues... Billy Desmond, y compartamos algunas definiciones sobre el género expuestas en la Semana Internacional de la Cultura Bolivariana, invita Javier “Paco” Miró






Por Javier “Paco” Miró


Nacido en el lado sur de Chicago, Billy Desmond creció influenciado por la música rock y blues. Billy comenzó su carrera tocando profesionalmente en bailes y fiestas adolescentes a la edad de catorce años. A los dieciocho comenzó de manera furtiva a incursionar en los clubes de blues de Chicago principalmente para escuchar como alumno oyente a Muddy Waters, Junior Wells, Buddy Guy y James Cotton. Finalmente, esas relaciones le permitirán a Billy trabar amistada musical y luego acompañar a Junior Wells y otros músicos de blues como Big Time Sarah, Robert Cray y Detroit Junior. 



Su primera banda, Skid City Blues, lo tuvo como guitarrista, cantante y compositor recorriendo el medio oeste durante la década de 1970. Por 1984, Billy se mudó a Los Ángeles, California y estudió con el artista establecido Tony Matthews, tocando con Little Richard y Ray Charles, luego pasó medio año tocando la guitarra en la banda de  Don "Sugarcane" Harris. A mediados de la década de los noventa se concentró en el desarrollo de su música original para lo cual practicó una suerte de retiro en Santa Fe, Nuevo México. Fue durante ese tiempo en donde le dio forma y materialzió a los Billy D y los HooDoos. Ya en los comienzos del nuevo siglo eran el acto de apertura de Los Lonely Boys y de Robert Cray, por caso en el prestigioso Festival KTAO 2003 anual Solar en Nuevo México con su canción original "She is the one", elegida como canción número uno por un artista de la zona.



En el 2010 Billy se trasladó a Portland, Oregon, en donde se radicó.
Por entonces su CD, “Something wrong”,  había sido muy bien recibido por la crítica y el público, dedicándose de manera casi exclusiva a difundir su música a través de su página web y mediante las performances en locales del noroeste del Pacífico, así como festivales en diversos lugares de los Estados Unidos. 


Es conocido por su presencia en el escenario  y por su sonido con estilo pero sin discordancias, estilo único que trasciende la escena blues tradicional. Con elementos de blues tradicional impregnados de una sensibilidad pop suave como la seda, son la clave del  éxito del aclamado album, Something is wrong, Billy D ha combinado  con su banda la versatilidad de la guitarra de Ace como uno de  los principales atractivos, más un sólido profesionalismo que abunda a lo largo de las once pistas, con el apoyo de la sección del ritmo sobrenatural de Joe Casimir en bajo y coros y de Scott Van Dusen en los batería. Billy D y los Hoodoos son una verdadera joya de la escena de la música de Portland.


Blues: música y memoria del pueblo y para el pueblo, por Luis Carlos Muñoz Sarmiento en el marco de la 36 Semana Internacional de la Cultura Bolivariana y de los Países Hermanos, Duitama, Boyacá, 21/jul/2017


El blues tienen el don de la ubicuidad que no tiene el señor en el que ya pocos creen, con una oferta tan grande como la demanda, grabado por múltiples sellos independientes, con una amplia diversidad y diferencia de estilos, como sabiendo que ese es el mejor camino a la igualdad. En una paleta musical en la que coexisten todos los estilos, teñidos por las señas de identidad locales, son expresión de compositores, instrumentistas, cantantes cuya realidad inmediata se expresa en un lenguaje en apariencia común, pero cuya vastedad de códigos es evidente. Con sus fortalezas y debilidades surgidas de la lucha de clases y del nexo colectivo/individuo, los blues crean y desbrozan caminos sin prisa pero sin pausa para enriquecerse y enriquecer a la comunidad gracias al constante flujo entre miembros de la familia afro, y blanca, para así presentar nuevas propuestas y transformaciones, variar y recomponer sus temáticas y unas formas a las que se acogen los bluesmen al límite de la pérdida de identidad: así, hay un público cada vez menos prejuicioso y con mayor amplitud de miras, reediciones masivas, centros universitarios de documentación, crecimiento exponencial de escuelas y revistas especializadas. Por otro lado, se verifica la disolución del blues hacia amplios sectores de la música grabada sometida al diktat financiero de una producción masiva que rechaza toda originalidad opuesta al imperativo comercial.

Lo que esperaba André Shaeffner pareciera haberse hecho realidad: “Por el espíritu se consuma el matrimonio de dos razas que los usos aún rechazan en la carne”. Al escuchar los mismos ritmos, melodías e improvisaciones de los Blues, cuerpos y cerebros descubren el mismo nivel de inteligencia y comprensión: la misma humanidad. Aun así, lo anterior sería demasiado optimismo: pese al de Shaeffner, el racismo y la discriminación no han acabado ni se acabarán: y no digo por el momento para no parecer falsamente optimista. Muy al contrario, hacen parte de un programa estructural y perduran hasta hoy con la puesta en marcha del complejo militar industrial-carcelario, como sostuvo Angela Davis en su visita a Colombia en 2010, aun con la elección del primer presidente negro en la historia de EE.UU; que la verdad, resultó un fiasco: puesto en el poder por la banca, fue reelegido por ella; Nobel de Paz, siendo un hombre de guerra: soltó 26 mil bombas en siete países en 2016. Con quien de paso se demuestra que los cambios no pueden ser mera apariencia sino que requieren voluntad política de la que no propiamente hacen gala los políticos: y la que les sobra a los bluesmen, artistas y pueblo en general: lo que, por contraste, no es suficiente mientras el mundo siga sometido al capricho de pocos, en detrimento de la mayoría que sigue reclamando un cambio de mentalidad, de la situación socio-económica y política, del Sistema.