Si estoy destinado a formar
parte de su olvido
le solicito buenamente algunos
tiernos placebos.
Por ejemplo…
que sus ojos bajen persianas a
intervalos extensos
pero constantes y que atentos
a los míos
no le cedan un instante al
desvío.
Otro de ellos sería desafiar
al simulacro
y de ese modo me tome como el
amante de sus noches,
ese mismo que no soy, o soy,
pero solo en mi capricho y su silencio.
Poco importa que el café se
haya entibiado
si esta idílica falacia
envuelve mi cielo.
No le niego a su voluntad mi
dolor,
tampoco le pido que me ampare,
solo que sepa que estoy.
Me gustaría sobrevivir entre
sus sábanas,
morir y nacer,
y pedirle prestado a la muerte
cierto instante de lujuria,
y soñar con los que nunca fue,
sin alquimistas mediante,
nada original ni extramundano,
solo abrazarla, contenerla y
ceder…