El King argentino
Fuente:
Malbec & Blues
Raffo es el emblema de la guitarra de
blues en la Argentina, pero el tiempo le dio también una versatilidad y
amplitud estilística con la que logró expandir su fino toque hacia otros
géneros que ama como el soul, el funk y el rock.
Raffo inclina levemente su cuerpo hacia
la izquierda, cierra los ojos y se muerde el labio inferior dejando al
descubierto sus paletas separadas. Los músculos de la cara se le contraen y su
piel se torna rojiza. Su mano izquierda se desliza por el mástil mientras que
con la otra sostiene a la púa que rasga las cuerdas de su guitarra. Suena Have
you ever loved a woman, de Freddie King, y el solo es un viaje al más allá. Es
un momento inmaculado, Raffo en su máxima expresión. El King argentino muestra
pura pasión y una técnica exquisita.
Raffo blues es marca registrada y
satisfacción garantizada. La celebración de sus 30 años al frente de King Size
estuvo a la altura de su figura y su nombre.
Nació un 26 de enero de 1963 en la Ciudad
de Buenos Aires, su barrio Floresta, además de ser acaso el mejor guitarrista nacional
del género y profesor del instrumento es compositor y baterista, vocación que
ejecutó en su juventud hasta que la guitarra dictó definitivas sentencias
musicales.
Su grupo, King Size Blues", luego de 30 años es considerado como
el semillero del blues nacional. Su discografía está compuesta por dos trabajos
Daniel Raffo , King Size & Otros del año 2010 y Daniel Raffo , "RaffoBlues" del años 2015. Por
fuera de sus dos decenas de participaciones como invitado en grabaciones tanto
en estudio como en vivo, agrega a su palmarés dos películas: Oscar Alemán -
Vida con Swing del año 2004 y El Blues Local más vivo que Nunca de 2015, además
de ocho DVD´S…
Por
goteo
No tenga dudas,
el amor es una trampa
para el incauto y un
enemigo
demasiado poderoso
para el precavido.
Trabajé para y en
contra de él, es implacable,
no tiene piedad por el
sano
y se ensaña con el
enfermo.
Con él nada dura
demasiado.
Es absurdo esperanzarse
con eternidades
y cuestiones por el
estilo,
a fuerza de sincerarme
le cuento que no me
parece censurable
su estrategia Belcebú, incluso,
con el acumulamiento de
fracasos
hasta resultan
saludables estrictos finales.
El amor no engaña por
sí,
tal vez hace algo más
malevolente,
deja que ocurra.
Me afilio a la idea
que buscamos y deseamos
ser embaucados por él
y sus inerciales
espejismos,
subsumisión que impone
una necesaria
debilidad,
hasta nos exhibe
buenamente
todos sus peligros,
sin embargo
me atrevo a sentenciar
que como enfermedad
terminal
va realizando su tarea
pausadamente,
por goteo atemporal.