El escritor y su gato compartiendo soledades

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Los infiernos del escritor

jueves, 18 de octubre de 2018

Maestros del Blues Daniel Raffo, blues, acordes y talento nacionales… y un goteo poético y tramposo




El King argentino

Fuente: Malbec & Blues






Raffo es el emblema de la guitarra de blues en la Argentina, pero el tiempo le dio también una versatilidad y amplitud estilística con la que logró expandir su fino toque hacia otros géneros que ama como el soul, el funk y el rock. 





Raffo inclina levemente su cuerpo hacia la izquierda, cierra los ojos y se muerde el labio inferior dejando al descubierto sus paletas separadas. Los músculos de la cara se le contraen y su piel se torna rojiza. Su mano izquierda se desliza por el mástil mientras que con la otra sostiene a la púa que rasga las cuerdas de su guitarra. Suena Have you ever loved a woman, de Freddie King, y el solo es un viaje al más allá. Es un momento inmaculado, Raffo en su máxima expresión. El King argentino muestra pura pasión y una técnica exquisita. 





Raffo blues es marca registrada y satisfacción garantizada. La celebración de sus 30 años al frente de King Size estuvo a la altura de su figura y su nombre. 

Nació un 26 de enero de 1963 en la Ciudad de Buenos Aires, su barrio Floresta, además de ser acaso el mejor guitarrista nacional del género y profesor del instrumento es compositor y baterista, vocación que ejecutó en su juventud hasta que la guitarra dictó definitivas sentencias musicales. 




Su grupo, King Size Blues", luego de 30 años es considerado como el semillero del blues nacional. Su discografía está compuesta por dos trabajos Daniel Raffo , King Size & Otros del año 2010 y Daniel Raffo , "RaffoBlues" del años 2015. Por fuera de sus dos decenas de participaciones como invitado en grabaciones tanto en estudio como en vivo, agrega a su palmarés dos películas: Oscar Alemán - Vida con Swing del año 2004 y El Blues Local más vivo que Nunca de 2015, además de ocho DVD´S…









Por goteo


No tenga dudas,
el amor es una trampa
para el incauto y un enemigo
demasiado poderoso
para el precavido.
Trabajé para y en contra de él, es implacable,
no tiene piedad por el sano
y se ensaña con el enfermo.
Con él nada dura demasiado.
Es absurdo esperanzarse con eternidades
y cuestiones por el estilo,
a fuerza de sincerarme
le cuento que no me parece censurable
su estrategia Belcebú, incluso,
con el acumulamiento de fracasos
hasta resultan saludables estrictos finales.
El amor no engaña por sí,
tal vez hace algo más malevolente,
deja que ocurra.
Me afilio a la idea
que buscamos y deseamos
ser embaucados por él
y sus inerciales espejismos,
subsumisión que impone
una necesaria debilidad,
hasta nos exhibe buenamente
todos sus peligros,
sin embargo
me atrevo a sentenciar
que como enfermedad terminal
va realizando su tarea pausadamente,
por goteo atemporal.