El escritor y su gato compartiendo soledades

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Los infiernos del escritor

jueves, 28 de septiembre de 2017

Maestros del Blues. Bryan Lee y una de las más bellas reflexiones sobre el amor vivido intensamente, de puño y letra de Ann Druyan, esposa de Carl Sagan









Pese a que nació en Two Rivers, Wisconsin, ewn 1945 el “Braille Blues Daddy” es uno de los músicos más reconocidos de Nueva Orleans y es el único de esta lista que sigue vivo. Dueño de un sonido muy característico, Lee es uno de esos guitarristas que moldeó su estilo escuchando por radio a Muddy Waters, Elmore James y B.B. King, A los ocho años se quedó ciego y a los 15 empezó a tocar la guitarra con ganas. De a poco, se fue haciendo un lugar en las bandas de su región y durante los 70 mantuvo una amistad con Luther Allison. En 1981, Muddy Waters lo escuchó tocar durante un concierto en Milwaukee y quedó muy impresionado con él. “Bryan no dejes de hacer lo que haces, porque dentro de un tiempo serás una leyenda viva”, le dijo. Eso fue inspirador para él, pero no se fue a vivir a Chicago, sino que lo hizo mucho más al sur. Se radicó en Nueva Orleans en 1982 y con el tiempo se fue ganando un lugar de privilegio en la noche del French Quarter, especialmente en el Old Absinthe House Bar. En total grabó ocho discos de estudio, tres en vivo y tiene su Greatest Hits, todos para el sello Justin Time. Entre sus pergaminos también está ser el mentor de Kenny Wayne Shepherd. Pese a los avatares de la vida, la ceguera, delicados problemas de salud y el huracán Katrina, Lee no deja de hacer lo que más la gusta.



Fuente: Malbec y Blues
http://malbecblues.blogspot.com.ar/2012/03/blues-ciegas.html



Ann Druyan:


"Cuando mi esposo murió, como era tan famoso y conocido por no ser creyente, mucha gente venía a mí (aún pasa, a veces) y me preguntaba si Carl (Sagan) cambió de idea al final y se convirtió a una creencia en el más allá. También me preguntan con frecuencia si creo que lo veré de nuevo. Carl enfrentó su muerte con un coraje incansable y nunca buscó refugio en ilusiones. La tragedia era que sabíamos que no volveríamos a vernos. No espero reunirme nunca con Carl. Pero lo grandioso es que cuando estuvimos juntos, por casi veinte años, vivimos con una intensa valoración de lo breve y preciosa que es la vida. Nunca trivializamos el significado de la muerte fingiendo que no era una despedida definitiva. Cada momento particular en que estuvimos vivos y estuvimos juntos fue milagroso, pero no milagroso en el sentido de inexplicable o sobrenatural... Que el puro azar pudiera ser tan generoso y tan amable... Que pudiéramos encontrarnos el uno al otro, como escribió Carl tan bellamente en Cosmos, "en la vastedad del espacio y en la inmensidad del tiempo"... Que pudiéramos estar juntos durante veinte años. Eso es algo que me sostiene y es mucho más significativo. La forma en que me trató y yo lo traté a él, la forma en que nos cuidamos el uno al otro y a nuestra familia, mientras vivió. Eso es algo mucho más importante que la idea de que lo veré algún día. No creo que vuelva a ver nunca a Carl. Pero lo vi. Nos vimos el uno al otro. Nos encontramos el uno al otro en el cosmos, y eso fue maravilloso".